Flamenco en la escuela para un público de futuro
¿Cómo es posible que un escolar andaluz salga del sistema educativo sin haber dado ni una hora de flamenco en clase, dentro del currículum? Francisco Perujo, coordinador del Máster de Investigación y Análisis del Flamenco de la Universidad de Cádiz, repite una y otra vez esa pregunta, más bien una reflexión clave, porque “no se puede amar lo que se desconoce”. Se trata de acercar el flamenco a las nuevas generaciones para despertar su interés y crear un público de futuro. Este arte, expone, no tiene problema de producto –hay muchos y bue“Los nos artistas– sino de público, “el que viene”, “y el que está”, en el que encuadra precisamente la importancia del acercamiento de los más jóvenes. “Es sorprendente, aberrante, que salgan del sistema educativo y no tengan ni una hora dedicada al conocimiento del flamenco”, se queja Perujo. “Hace falta promover su conocimiento”, insiste. Este suele llegar con actividades extracurriculares, como la obra Los colores del flamenco, una cita en las peñas organizada por la Federación de Peñas Flamencas de la provincia de Cádiz, para dar a conocer a estos jóvenes este arte. colegios vienen y el alumnado empieza a conocer el flamenco y a identificar los palos con colores y con emociones”, explica su presidente, Nicolás Sosa. El productor Omar Osuna también siguió este camino en sus inicios con la obra Flamenquita, la niña que perdió el compás. El relevo intergeneracional también es necesario en el propio arte. Curiosamente, en San Fernando, la ciudad de Camarón, apunta Chico Fernández, de Flamenco La Isla, “la cantera saca ahora buenos bailaores, de las academias, pero no cantaores”. No, precisamente es para generar riqueza y empleo. Tenemos que hacer esa campaña de concienciación”, abunda.
Ese concepto de que el f lamenco se infiltra en otras áreas –los ejemplos de recitales flamencos por el Día Internacional del Flamenco o la obra
para el alumnado en las peñas– también puede extenderse a otras tradiciones y fiestas, “y las eleva”, considera Sosa. La saeta hace que la Semana Santa sea distinta. “El que venga y tenga la suerte de ver una imagen con un saetero o saetera interpretando una saeta hace que no tenga nada que ver con otra Semana Santa. Es otra experiencia”, plantea. Y el flamenco –insiste– distingue también a la feria. “En la Feria del Caballo, la caseta de mi peña de La Buena Gente fue premiada con el primer puesto. La primera vez que una peña lo ha logrado. La gente de fuera viene a escuchar flamenco, que es nuestra identidad, no reguetón”, añade. A eso se suma el de las zambombas que se lo ha dado el f lamenco, “cuando los villancicos han empezado en los ritmos de la bulería, cuando se han metido en los fines de fiesta. La zambomba era una antes y es una totalmente distinta ahora”, aclara. Es la visión del flamenco como “varita mágica” que engrandece lo que toca. “Dices: Esto es fiestas. Pero hay fiestas como las tradicionales donde el flamenco consigue que se eleve”, sentencia.