La frustración de Luis Enrique
● El técnico no paró de animar y dar instrucciones en el área técnica, pero no supo cambiar el ritmo de la selección cuando el partido lo requería
Con un gol de penalti de Achraf, alo Panenka, se acabó la participación hispana en el Mundial. Apoteosis en la selección de Marruecos. Adiós para España, que termina igual que en la última Eurocopa, en los lanzamientos de once metros, entonces con Italia, en semifinales y en Rusia 2018 contra la anfitriona.
Luis Enrique entró al campo, consoló a sus jugadores. Les dio cariño. Abrazó a Bono, la figura del partido. Saludó a todos sus rivales. Se va al vestuario. Más de dos horas después del inicio del partido, sin pausa para el entrenador. Al borde del área técnica desde el principio. En cuclillas, a veces. Otras de pie, con las manos en los bolsillos, parado, expectante. Otras gesticula, aplaude, camina de un lado a otro. Le dice a Rodri Hernández, de nuevo central, que no cometa esa falta infantil.
Vuelve a aplaudir cada intento de sus jugadores. Habla con insistencia con Rodri. También con Ferran Torres, a su lado en la banda, una de las cinco novedades del once titular de la derrota de Japón al duelo de octavos. Aún no hay sitio para Morata, goleador tres veces en los tres primeros encuentros, al que recurre después, en el minuto 63.
Luis Enrique se queja de una falta sobre Gavi que no pita el árbitro. Se lo dice al colegiado y al cuarto asistente. Y lamenta cuando la presión no sale como él quiere, como insiste y ensaya de forma exhaustiva siempre. En el minuto 25, el partido no va a por donde quiere. La transición es lenta, lo aguarda su oponente en su territorio, inhóspito aún para la selección española.
Al descanso, Luis Enrique se fue el primero al vestuario. Hay mecanismos que corregir. En el segundo tiempo, en el minuto 47, manda a Morata y Carlos Soler a calentar en la banda. El partido sigue. Luis Enrique levanta los brazos mientras asiste, confiado en el repliegue, a un contragolpe de su rival. Percibe el apuro, gesticula como tal, cuando Unai Simón es presionado por dos rivales. Un riesgo. España no tiene ocasiones aún.
Aplaude Luis Enrique cuando la presión surte efecto, cuando su rival pierde la pelota. También cuando el esfuerzo de Pedri aplaca una contra de Achraf. Marruecos nota el cansancio y España insiste. Está en su mejor momento ante dos líneas del rival que juegan en 15 metros, pero las larguísimas posesiones de España generan poco. Falta el pase definitivo.
Ya prepara el siguiente cambio: Nico Williams. El segundo hombre más rápido del Mundial (35,6 kilómetros por hora en una carrera ante Alemania). El tiempo corre en contra. Luis Enrique siente cerca el gol. Habla con el juez de línea cuando ve cómo Marruecos ya juega con el tiempo, pero no hay forma de esquivar la prórroga. Habla de inmediato Luis Enrique con Nico Williams. Empieza la prórroga. La ofensiva final, pero Unai Simón salva el 1-0 con las piernas ante Cheddira. Los minutos pasan y Luis Enrique se desespera. Entra Sarabia por Nico Williams, que había ingresado en el campo en el minuto 75, pensando en los penaltis. Lo consuela. Y llegan los penaltis... Luis Enrique habla a sus jugadores. Decide a los tres primeros lanzadores. Él adopta un segundo plano. Se sienta en el banquillo. Desde ahí observa los lanzamientos de once metros. La frustración de la derrota.