Diario de Cadiz

SUSCRIPCIO­NES

- JOSÉ RAMÓN DEL RÍO jdel35@hotmail.com

UNA de las ventajas del comercio moderno son las suscripcio­nes, en las que se paga una cantidad determinad­a y se recibe la publicació­n convenida. Durante el tiempo de la suscripció­n no hay problemas, más que un ocasional retraso, que se subsana cuando se reclama al proveedor. Los problemas surgen cuando el cliente quiere cancelarla, para lo que no es suficiente un escrito exponiendo su resolución, pidiendo la baja. A diferencia de lo que ocurrió al comenzar la relación comercial, para cancelarla hay el doble de los requisitos de entonces y no basta pedir que te den la baja. Se asemeja a una ruptura del matrimonio, que salvo por el fallecimie­nto de unos de los cónyuges, la disolución del vínculo tiene los motivos tasados y suele exigir una prueba casi exhaustiva de la realidad de estos motivos. Además, si su suscripció­n ha sido por internet, no es nada fácil acabar con aquella e indican una cantidad elevada que hay que pagar para acabar realmente con la suscripció­n.

Así me ha ocurrido con la suscripció­n que he tenido vigente muchos años con una empresa francesa, especialis­ta en el juego de cartas conocido como el bridge. Lo consideran el ajedrez de las cartas, que cuenta con muchos aficionado­s y por ello publica una revista, muy cuidada, con periodicid­ad mensual. A 21 años después de darme de baja de una revista de ‘bridge’, una empresa intenta cobrarme por la suscripció­n

esta revista he estado suscrito desde 1971 a 1991. Han sido pues 21 años y conservo encuaderna­dos, y separados por años, todos los envíos que me han hecho. Dejé de competir y seguí el consejo de mi esposa que me decía, con razón, que ya no había sitio en mi biblioteca. Escribí a la revista para darme de baja. No conservo la carta pidiendo la baja, pero lo cierto es que desde que mandé esa baja ya no recibo la revista, ni comunicaci­ón alguna diciéndome que debía pagar algunos meses. Pues bien, en 2022, o sea que han pasado 31 años, cuál sería mi sorpresa cuando una empresa denominada Jackay me carga en mi cuenta en el banco cantidades que dicen correspond­er a mi suscripció­n. Gracias a la diligencia de mi banco se ha logrado la cancelació­n de parte de estos cargos, pero aún subsisten la mayoría, llegando a sumar mil y pico euros. Y lo cuento para que pongan mucho cuidado con sus suscripcio­nes y se aseguren que no son, como su matrimonio, para toda la vida. Jackay parece ser una empresa que se ocupa de morosos y que reclama cantidades prescritas.

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