La UCA analiza a los ‘youtubers’ como modelos de masculinidad tóxica
● Violencia, racismo y homofobia colman los perfiles con más visualizaciones, explica la vicedecana de estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, Esther Simancas
“Cuando analizas a los más visualizados y los menos, que ahora también son en otros medios, resultan incomestibles”, sentencia la jerezana Esther Simancas González, vicedecana de estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Cádiz (UCA). Simancas ha realizado el estudio
“Son una barbaridad de palabrotas, violencia, racismo y homofobia. No hablamos de que sean un poco machistas. Mantienen todos los imperativos de la masculinidad hegemónica más rancia, incluso más allá de lo que me podía esperar”, afirma.
El análisis del que ha extraído estas conclusiones lo ha elaborado junto con Teresa Vera, de la Universidad de Málaga, con una amplia trayectoria en monitorización de medios de comunicación en la línea de comunicación y género. Se enmarca en el proyecto
Se ha aplicado sobre una muestra de construida en función del número de seguidores y visualizaciones de sus vídeos, examinándose su lenguaje, expresiones y corporeidad.
Los resultados muestran que existe un patrón común de auto representación, caracterizado por una masculinidad marcadamente individualista y agresiva, “que se construye a través de la demostración de una autenticidad despreocupada y soez en unos relatos y retos espectacularizados en los que priman las expresiones soeces y los juegos violentos, sexistas, homófobos y xenófobos con los que buscan exponer su heterosexualidad activa y dejar clara su superioridad”.
“Entendemos que el tono jocoso, la indolencia adolescente, el reírse de todos y de todo constituye el hilo de estos relatos. Hacerlo desde la falta de respeto, el lenguaje agresivo, la superioridad canalla con el jaleo de los iguales es una manera de extender un modelo de masculinidad que tan solo difiere de viejos estereotipos en la mutación del mundo real por el territorio digital, la imposición por la vejación y la aniquilación por la mofa”. El Rubius (1990), por ejemplo, es uno de los referentes de parte de su alumnado de 19 y 20 años. “Ese chaval que solo insulta a su amigo, habla de
y es un violento impresionante”. Por ello, lamenta que muchos de los chicos y chicas de la Universidad han consumido a los a lo largo de su infancia, pre adolescencia y adolescencia. Concluye, además que las generaciones más jóvenes, sobre todo los varones, replican están comportamientos que identifican como masculinos “cuando no son más que irrespetuosos, agresivos y tóxicos”.
La investigadora jerezana era consciente de que en la nueva ola del feminismo las mujeres de todas las edades están más concienciadas en la igualdad, “pero es necesaria en esta lucha la implicación de los hombres”. A raíz de formar parte del proyecto en 2019, Simancas se pregunta por qué las cosas no cambian y sigue las diferencias entre hombres y mujeres. “Está relacionado con que desde una edad muy temprana aprendemos a ser hombres y a ser mujeres. Por supuesto, hay masculinidades diversas pero una predominante. Está claro que ahí hay un problema”.
Según Simancas, evitar que sigan siendo los referentes es difícil. Las soluciones son la formación en género, la feminista y la crítica en medios de comunicación. “Hay que trabajar en esa línea. Vamos a presentar a la Junta y a nivel nacional un proyecto que se enfoca en la búsqueda de soluciones. Al final se trata de que se formen en comunicación y en género también desde las carreras de comunicación porque su alumnado liderará los medios y van a construir mensajes publicitarios, programas de televisión, guiones… Habrá que formarlos en género y si analizamos los programas de las carreras de comunicación vemos que no hay esa formación”.
En cuanto a lo que jóvenes y niños se refiere, advierte de que sigue habiendo una brecha grande de formación crítica en el consumo y en la producción, puesto que ya se ha superado el paradigma de consumo y son ellos los que producen. “Sobre a quién hablan, a quién siguen, hay que generar debate en torno a estas cuestiones porque, si no, somos acríticos en la producción y en el consumo”. Y por último, señala la enorme cantidad así como variedad de ‘influencers’, “sin embargo, cuando hablamos de cuestiones importantes, de la ciudadanía, de la justicia social… se echan de menos”.