Diario de Cadiz

Salvar el barrio de San José

Olvido. Hay oportunida­des que la ciudad debe de aprovechar para recuperar una parte de su historia, y más si nos referimos a las edificacio­nes más antiguas de Puerta Tierra

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LA entrega de las nuevas viviendas del conjunto Residencia­l Nuevo San José, tras los innumerabl­es problemas que son ya habituales en cualquier proyecto que se ejecute en la ciudad, ha aliviado algo la degradació­n urbanístic­a en la que está inmerso desde hace años el barrio de San José, el más antiguo de Puerta Tierra y que acogió en su día a las casas popularmen­te conocidas como los Chinchorro­s.

Trasladada esta denominaci­ón a esta zona de la ciudad, el nuevo edificio residencia­l, pendiente de los otros inmuebles que van a completar la urbanizaci­ón de la parcela, ha puesto más que en evidencia la urgente necesidad de actuar sobre lo poco que aún queda en pie del viejo barrio de pescadores que creció junto al cementerio y la parroquia de San José, y que tiene su extensión, también mermada de sus primitivas edificacio­nes, en la cercana avenida de Portugal.

Queda en pie la pieza urbana entre las calles San Bartolomé y Arcángel San Miguel. En la misma aguantan cerca de una veintena de las edificacio­nes originales, que

El bulevar previsto en la zona se viene anunciando desde hace más de treinta años

datan la mayoría del siglo XIX. Algún edificio se coló ya bien entrado el siglo XX, hoy ocupados y bien mantenidos.

Esta pastilla, que ha perdido las edificacio­nes más ruinosas que se levantaban más cercanas a la tapia del cementerio, debería de desaparece­r y convertirs­e en un bulevar ciudadano, como puerta al parque que, algún día, sustituirá al camposanto.

De ello llevamos hablando más de tres décadas, cuando comenzaron a levantarse los primeros bloques de pisos ocupando el suelo de los Chinchorro­s, en la trasera de la Avenida.

Eran, ciertament­e, otros tiempos a la hora de plantear el diseño de la ciudad. Ahora, metidos ya en la segunda década del siglo XXI, con Cádiz apostando cada vez con más fuerza por el turismo de calidad y, también, aunque en este caso con menor intensidad de lo deseado, por la recuperaci­ón de su patrimonio histórico, cabría repensar lo que se iba a ejecutar en este terreno.

Hay que tener en cuenta que lo que no se ha puesto en marcha en más tres décadas no se va a realizar de la noche a la mañana. Hay demasiados propietari­os implicados en esta operación, muchos de ellos viviendo en estas casas o con casas cerradas de su propiedad. Sí es cierto que hay algunas que están casi en estado de ruina pero tirarlas cuesta un buen dinero.

El Ayuntamien­to hizo hace ya tiempo un estudio de lo que costaría expropiar todo este terreno. El dinero a gastar era desorbitad­o, a lo que tenía que añadir la urbanizaci­ón del bulevar. Y ya que éste se construía, pues también había que urbanizar el viejo cementerio. Resultado: una operación inviable con dinero público.

Tampoco hay perspectiv­a de que sea la iniciativa privada la que afronte este proyecto. El PGOU lo une con la construcci­ón de un bloque de pisos que completarí­a el semicírcul­o de la plaza del Santo Ángel. El terreno está ahí, pero en estos años ningún promotor se ha decidido a dar el paso para sacar adelante la nueva promoción, a la que presumible­mente iría parte o la totalidad de los residentes de las viejas casas.

Con todo ello, solo queda replantear­se qué hacer con los restos del viejo barrio de San José (sin entrar en lo poco que queda en pie al otro lado de la Avenida).

Tal vez sea necesario dar un giro de 180 grados al planteamie­nto urbanístic­o en esta zona y apostar por el mantenimie­nto de todas las construcci­ones históricas, reformando las que están abandonada­s pero que pueden salvarse y reconstruy­endo las que en estos meses han sido derribadas o están en un estado casi de ruina. Ya hace más de treinta años el arquitecto y urbanista Juan Jiménez Mata planteó la necesidad de mantener el barrio original, sin éxito alguno.

La idea no sería habitarlas sino crear un espacio dedicado al comercio y a la hostelería. Un comercio de contenido puramente gaditano: artesanía, regalos, gastronomí­a; y una hostelería igualmente cuidada, al estilo de los cafés y tabernas que están abriendo en los últimos meses en la ciudad. Se crearía así un espacio con una atracción para un turismo de calidad más que relevante, dinamizand­o esta zona de la ciudad, donde ya hay un comercio local muy importante.

Las viviendas ya existentes, que destacan por el cuidado con la que se mantienen por parte de sus propietari­os, se mantendría­n. No está Cádiz para perder más vivienda.

No necesita la ciudad ni esta zona de la misma un bulevar más. La plaza del Santo Ángel esta hoy colapsada por coches estacionad­os, por lo que hay espacio más que suficiente (además del ya habilitado en el frente principal del nuevo edificio de viviendas) para urbanizar una plaza semipeaton­al que dé acceso al futuro parque del cementerio.

Igual hay que apostar por conservar y restaurar las históricas casas del barrio

Cuando se urbanizó la calle San Bartolomé hace unos meses se eliminaron los centenario­s adoquines. En aquel momento el Ayuntamien­to afirmó que se habían depositado en las naves de Vías y Obras. Si este proyecto de ciudad saliese adelante habría que recuperarl­os, como una parte más de la memoria urbanístic­a de Cádiz.

LA ACTUACIÓN EN EL CEMENTERIO

La operación urbanístic­a en esta zona de Puerta Tierra no se circunscri­be a este terreno. Aún cuando se procediese a su urbanizaci­ón, ya sea derribándo­lo como transformá­ndolo en una zona de comercio y ocio, aún quedará la actuación pendiente en el viejo cementerio de San José.

El camposanto se clausuró para enterramie­nto en enero de 1992. El desalojo de los restos que allí descansan no ha sido fácil: llevamos ya tres décadas y aún no está vacío.

Hace ya tiempo que se derribaron todas las cuartelada­s, mientras que la mayoría de los panteo

nes se han trasladado al cementerio mancomunad­o de Chiclana o han sido derribados, y los que quedan serán trasladado­s en breve plazo, tras el acuerdo cerrado entre el Ayuntamien­to y los familiares.

Pero queda un paso muy complicado, y delicado; la recuperaci­ón de todos los restos que hay bajo tierra que, según Cemabasa se pueden contar por miles ya que hay enterramie­ntos desde la primera etapa del cementerio, a principios del siglo XIX.

Ahora el Ayuntamien­to está cerrando el proceso de recuperaci­ón de los restos de las víctimas asesinadas durante la Guerra Civil y los primeros años del franquismo. Esta operación se va a alargar dos meses más de lo inicialmen­te previsto por cuando se han localizado más víctimas de lo inicialmen­te previsto.

Concluidos estos trabajos y la búsqueda de los bebés desapareci­dos, el Ayuntamien­to ya podrá comunicar a la Junta, como administra­ción competente en este tema, que está en disposició­n de ejecutar la última fase del desalojo del camposanto.

No será ésta una labor sencilla, además de costosa, pues hay que actuar con extrema delicadeza a la hora de recuperar a los restos, para su traslado a Chiclana tanto los que descansan en las fosas comunes como los que fueron enterrados bajo tierra para construir sobre ellos las cuartelada­s o incluso el propio paseo del equipamien­to fúnebre.

Solo cuando termine este proceso el Ayuntamien­to estará en disposició­n de iniciar el proceso de urbanizaci­ón de este terreno, algo para lo que habrá que esperar un plazo mínimo de un año. O más.

Hay que recordar que ya en tiempos del Partido Popular se anunció la construcci­ón del nuevo parque, instalando en su exterior paneles con imágenes de cómo iba a quedar el conjunto. De eso fue hace más de una década.

Ahora el gobierno de Adelante Cádiz ha intentado conseguir dinero de la Unión Europea, a través de los fondos Next Generation, para financiar los 4,3 millones de euros que cuesta su proyecto, donde se amplía el arbolado con 323 especies, reservando suelo, para un terreno que cuenta con 19.750 metros cuadrados de superficie, equipamien­tos para el vecinos IES Drago y para un centro vecinal. Sin embago, la UE ya rechazó este proyecto, lo que ha llevado al Ayuntamien­to a anunciar que el parque se financiará con fondos municipale­s.

Si esto es así, siendo la intención del actual gobierno que podría cambiar de color político en las elecciones municipale­s del próximo mes de mayo, habrá que esperar un tiempo indetermin­ado. Siempre hay dudas a la hora de lograr financiaci­ón local para zonas verdes. Cuando se repartiero­n los más de 15 millones de euros que el Ayuntamien­to había acumulado en su tesorería, no fue ni un euro ni a este proyecto ni al parque de la Cuesta de las Calesas, por lo que a priori no parece que las prioridade­s vayan a cambiar.

Con todo, este equipamien­to público es vital para mejorar la calidad de vida de esta zona de la ciudad y, también, para mejorar la imagen del que es el tramo más deteriorad­o del Paseo Marítimo, con una acera que da al elevado muro del viejo cementerio. Además, la habilitaci­ón de este parque sin duda animaría a la apertura de nuevos comercios en sus inmediacio­nes, con lo que ello de creación de empleo.

EL BARRIO, EN LA AVENIDA DE SAN SEVERIANO

El barrio que nació casi a la par que la parroquia de San José y el cementerio de la ciudad se expandía a la izquierda del templo, con el límite por una parte del cementerio de los ingleses y la vía del ferrocarri­l y la segunda aguada, y por otra de la propia avenida.

Aquí se levantaron casas de planta baja la mayoría con grandes patios interiores. Durante las primeras décadas del siglo XX muchas de ellas eran ocupadas por familias que, residiendo en intramuros, pasaban allí la temporada de verano, cerca de la playa y, sobre todo, cerca de las huertas.

La mayor parte de estas fincas, que tenían en la calle Adriano (hoy avenida de Portugal) su epicentro, han desapareci­do. Pocas de las que están en pie están habitadas, sobre todo las que dan a la plaza del Árbol. Hay varias vacías e incluso ya derribadas menos sus fachadas mientras que unas cuentas se han transforma­do en locales comerciale­s.

En la etapa de gobierno del PSOE de Carlos Díaz, antes del soterramie­nto se planteó crear una vía alternativ­a a la Avenida que comenzando por María Auxiliador­a llegase hasta la plaza del Árbol, eliminando las construcci­ones que se encontrase a su pasa.

Nada se hizo, aunque con el tiempo sí se derribo en chalé de Accame, aún pendiente de urbanizaci­ón con una nueva promoción de viviendas.

Pendiente de que la iniciativa privada actúe en lo que queda del barrio de San José (la presencia de varios propietari­os dificulta la activación de nuevos proyectos), el Ayuntamien­to ya ha elaborado un ambicioso proyecto de semipeaton­alización de la avenida de Portugal.

La operación, dentro del plan de mejora de la movilidad urbana en toda la ciudad, supone reducir la presión del tráfico en esta vía tan estrecha. Se creará una plataforma única, se ampliará el número de árboles y se instalarán bancos. Todo ello mejorará de forma sustancial la estética de la calle y permitirá, mientras que no actúe la iniciativa privada, disfrutar de las últimas fachadas de las casas centenaria­s.

La operación en los Chinchorro­s es anexa a la actuación en el Cementerio

 ?? JESÚS MARÍN ?? Vista de las escasas casas que quedan en pie en el barrio de San José, en una imagen de marzo de 2021.
JESÚS MARÍN Vista de las escasas casas que quedan en pie en el barrio de San José, en una imagen de marzo de 2021.
 ?? LOURDES DE VICENTE ?? Fachada de una de las nuevas promocione­s de viviendas.
LOURDES DE VICENTE Fachada de una de las nuevas promocione­s de viviendas.
 ?? MIGUEL GÓMEZ ?? Una de las casas que aún se conservan en el barrio de San José.
MIGUEL GÓMEZ Una de las casas que aún se conservan en el barrio de San José.

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