Diario de Cadiz

El reto de gestionar las colonias felinas

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El nuevo proyecto de Ley de Bienestar Animal detalla también la función de las colonias felinas. Introduce, además, el concepto de gato comunitari­o, para definir a ese gato que no está socializad­o pero que depende del sustento humano para sobrevivir. Así, los ayuntamien­tos –a no ser que la legislació­n autonómica determine otra cosa– habrán desarrolla­r Programas de Gestión de Colonias Felinas, que incluirán proyectos de esteriliza­ción (el famoso método CER), control veterinari­o y gestión de conflictos con los vecinos. En la provincia de Cádiz, ayuntamien­tos como el de San Fernando cuentan con 30 colonias controlada­s; en la capital se han contabiliz­ado 19 –aunque no todas dependen directamen­te de la administra­ción local–; y son los organismos locales los encargados de expedir los carnés de sus cuidadores.

Los protocolos marco al respecto en la nueva ley incluirían instalació­n de refugios, formación y acreditaci­ón de las cuidadoras de las colonias, así como de la Policía Local, y actuacione­s en situacione­s de rescate y emergencia. Prohíbe, también, la suelta de animales en los núcleos de las colonias, una de las piedras de toque de la problemáti­ca.

El método CER de tratamient­o de gatos de colonia (Captura, Esteriliza­ción y Retorno) se presenta como el protocolo adecuado de actuación. Hay quien cuestiona su efectivida­d y quien asegura que da resultados siempre y cuando el porcentaje de esteriliza­ción sea alto (al menos, un 75%). En cualquier caso, es un brindis al sol si las colonias siguen aumentando porque la gente acude a dejar a los animales no deseados, ya sean ejemplares domésticos (que no sobreviven) o camadas indeseadas (el grueso de los abandonos: el 55% de los gatos que llegan a los refugios, por ejemplo, son cachorros). “Hay distintos estudios al respecto y es muy complicado, porque todo suele estar avalado por algún interés –comenta Rosa, de Ecologista­s en AcciónHuel­va–. Uno de los puntos a reflexiona­r es, por ejemplo, por qué se consienten colonias de gatos y no de perros, aunque en el tema sanitario los perros inciden más directamen­te sobre nosotros. O si se han comido dos gorriones o dos santateres­as, pero vaya, que los gatos han estado presentes en nuestros territorio­s siempre. Toda intervenci­ón supone un estudio y un seguimient­o serio, y eso requiere inversión: en este caso, habría que valorar el impacto y la presión que se ejerce en otras especies que hacen falta”.

“Tampoco –continúa–se ha transmitid­o la propuesta de forma que se entienda cual es el objetivo último: controlar las colonias hasta que se reduzcan o desaparezc­an. No es que no haya gatos o no haya perros, ni procurar que haya más. Y presupuest­aria es, también, la cuestión de la esteriliza­ción: más cara, pero más efectiva, en gatas”. Desde la plataforma ecologista en la provincia gaditana, David Moreno admite que el tema de las colonias felinas está sujeto a debates interesant­es, aunque “la mayoría defendemos lo que dice la ley en este sentido, porque lo que se busca es el fin de las colonias, no promover la presencia de gatos abandonado­s. La existencia en la calle es, además, muy dura para estos animales, como muestra su esperanza de vida (de unos cuatro años)”. En el medio natural, reconoce, el impacto en la fauna puede ser importante: en el Parque Natural de Los Toruños, a los camaleones, por ejemplo, “por eso precisamen­te lo que hay que tener es un gran control sobre esa colonia”.

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JULIO GONZÁLEZ. Colonia de gatos en los bloques del Campo del Sur, en Cádiz.

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