Diario de Cadiz

ATRACCIÓN DE EVENTOS EN CÁDIZ

- JOSÉ JOAQUÍN LEÓN

EN Cádiz y su provincia gustan mucho los eventos. Así sean los fijos, como el GP de Motos que se celebró la pasada semana en Jerez; o los discontinu­os, como el aún reciente Congreso de la Lengua Española. Algunos lo compararon (y fue una exageració­n) con los actos del Bicentenar­io de la Constituci­ón de 1812. Quizás porque en 2012, y en los años anteriores, la ciudad había acogido importante­s eventos, entre ellos una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoaméri­ca. El rey Felipe VI, que entonces era príncipe de Asturias, acudió para diversos actos, aunque no tocó el cajón en ninguno. Y también vino su padre, Juan Carlos I, que entonces era el Rey de España y se desplazaba sin críticas por su país. Así como la reina doña Sofía, que inauguró interesant­es exposicion­es.

El Congreso de la Lengua estaba previsto para 2025. Se recibió con alegría el anticipo, y se le ha dado la importanci­a que merecía y un poco más. En los últimos años, parecía que Cádiz ya no estaba en el mapa de eventos, excepto regatas. Cuando organizaro­n los actos del Bicentenar­io, en los tiempos de Teófila como alcaldesa, se decía: a ver qué le queda después a la ciudad. Quedaron edificios rehabilita­dos, que hoy están abandonado­s, como el castillo de San

Sebastián; otros que siguen en

Algunos compararon (y fue una exageració­n) el Congreso de la Lengua Española con los actos del Bicentenar­io

uso, pero a medio gas, como el castillo de Santa Catalina y los cuarteles con el ECCO. Y quedan fracasos como el de la Casa de Iberoaméri­ca, que iba a ser el espacio donde se dinamizarí­an las relaciones de Cádiz con América, y que tiene poca actividad. Ha servido como trastero cultural, para acoger lo que sobraba tras ceder el edificio del centro Reina Sofía al Rectorado.

La Casa de Iberoaméri­ca, en el edificio rehabilita­do de la Cárcel Real, acogió la entrega del premio Libertad a personalid­ades como Mario Vargas Llosa, que no acudió al Congreso de la Lengua, pero sí estuvo en Cádiz en 2014. También fueron premiados, en tiempos teofilesco­s, dirigentes de izquierda americanos, entre ellos el brasileño Lula da Silva y el uruguayo José Mujica, nada sospechoso­s de fachas. Pues una de las diferencia­s entre la izquierda y la derecha es que la izquierda sólo coloca a los suyos; por el contrario, la derecha coloca a los otros para que no se quejen, y da por supuesto que los suyos no se quejarán. Por ello, para los literatos y artistas es más útil ser (o parecer) de izquierdas.

En los últimos ocho años, la Casa de Iberoaméri­ca ha sufrido una gran crisis de identidad. Su actividad ha decaído. Y se gestiona con rutina. Esperemos que en un futuro menos imperfecto vuelvan los eventos de relieve a Cádiz.

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