El escondite a la sombra de la Catedral
Otro antiguo barrio de Cádiz, donde ha salido a la luz parte de su puerto fenicio, se esconde entre el bullicio de la plaza de la Catedral, la comercial calle Compañía y el Mercado. Dos mundos. La rehabilitación de gran parte de sus fincas, ya entrado el siglo XXI, ha sido vital para la llegada de vecinos a la zona tras muchos años de espera y decadencia entre edificios ruinosos, que ahora son minoría para las historias que siguen naciendo en San Juan.
A la sombra de la Catedral, de la luz del malecón y las casas de colores –ya casi despigmentadas– del Campo del Sur, del bullicio de Compañía y el Mercado; otro antiguo barrio de Cádiz sigue llenándose de historias en el silencio de sus estrechas calles; en un llamativo contraste con sus alrededores. Resumirlas en estas páginas es harto difícil y más cuando hace pocos años se descubrió parte del que se cree fue el muelle fenicio de la ciudad en una de las muchas casas rehabilitadas en San Juan a partir de este siglo XXI, tras años y años de espera y variados programas de la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento y dinero europeo.
“Pasar por la calle San Juan daba miedo, se caía a pedazos. Hoy paso y me entra ganas de volver a a vivir allí”, cuenta una antigua vecina, que recuerda los charcos habituales en un viejo pavimento, múltiples edificios en ruina, alterne y bares en decadencia de la vía principal que da nombre a este barrio que se encontró en los 80 y 90 con problemas y dramas similares a los de otros cercanos del casco antiguo gaditano. “Fue otro Santa María”.
La oscuridad de sus angostas calles fue aliada para que se llenara de leyendas desde su nacimiento como Arrabal de Santiago, de escondites de bandoleros como El Pájaro azul que, en un salto hasta los 60-70 del siglo XX, dio nombre a la famosa cueva f lamenca. O para las noches de otro de sus conocidos locales. “No tendría mucho pa’ contar si no fuera porque el tiempo se tomó un respiro pa’ bailar aquí
en el Salón Moderno”, inmortalizó Ruibal en una de sus canciones.
Pero quizás no lo fue al quedarse medio vacío cuando los vecinos tuvieron que marcharse de fincas en ruinas. ¿Y qué es un barrio sin gente? Mientras, los solares se convirtieron en estercoleros y “volvían los tirones” en unas calles faltas de alumbrado, como explicaban entonces a Diario de Cádiz desde su asociación de vecinos –ya desaparecida –, que peleó contra la infravivienda y mejora de la vida de las familias del barrio.
Ahora, el poquísimo comercio que sobrevivió –“me quedé solo”, recuerda uno de ellos– ha sido testigo de un renacer que se remonta a una década atrás. Mucho ha tenido que ver en ello la transformación de la que fue seguramente
una de las calles más estrechas de la ciudad y ya inexistente: el callejón de Osorio. En 2016 llegaron al fin 50 nuevas familias a unos bloques pisos destinados a jóvenes cuya construcción se demoró mucho más de lo previsto en un plan de rehabilitación parado por la crisis.
Unos años antes, en 2008, cayó un bastión de la infravivienda: la Casa de Juan Paje, del siglo XVII, una significativa obra de todos los planes de la Oficina de Rehabilitación del Casco Histórico de Cádiz. “Nosotros fuimos de los últimos en irnos, estaba todo apuntalado, hecha polvo”, rememora una vecina que se crió allí, con cocina y váter comunitario. El Ayuntamiento la expropió, la cedió a la Junta por el mismo precio, que la reformó con una treintena de viviendas, desapareciendo ese pasillo tenebroso por el que se accedía a sus patios.
Además al mismo bloque que escuchó las juergas flamencas volvieron familias y a Garicochea 1315, que fuera una antigua posada. Y es que las placas de ‘Rehabilitando Cádiz’- con las de Procasa- lucen en muchos edificios, algunos donde ya es necesario una segunda intervención. Aún queda algún solar, como en el Campo del Sur, y en la calle Arbolí, la finca que albergó la Peña El Carrete es una de las que sigue abandonada .
Magistral Cabrera , con un o de sus lados ocupados por el seminario, es la calle que menos ha cambiado en un San Juan que crece además por la oferta privada. En Puerto Chico, que tan importante fue para la ciudad medieval, hay edificios enteros de nuevas viviendas y la construcción sigue subiendo hasta el Campo del Sur, donde se alzarán pisos donde estuvo la peña La Pijota.
En los 90, el 15 de Obispo Urquinaona tenía como telefonillo el número de veces que se tocaba el pomo y desde el cuarto piso se lanzaba con una cuerda una canasta para que pusieran los ‘mandaos’. Hoy ha abierto el hotel ‘Casual con Duende’ y volviendo a San Juan hay dos grandes edificios de apartamentos turísticos. Porque el turismo también se fijó en un sitio más que privilegiado, al que se le ha sumado el atractivo del puerto fenicio ya visitable y la puesta en valor de ‘La cueva del pájaro azul’; a la espera de no perder el equilibrio entre turistas y habitantes.
La antigua asociación de vecinos –donde está ahora el centro de día para personas sin hogar y cerca de ‘Calor en la noche’ que cada día ofrece desayunos-, soñó con una biblioteca, un centro cultural y un parque para los niños en el Campo del Sur que no se hicieron realidad mientras se espera que una mejor limpieza y un uso más amplio para lo que fuera su colegio –antes Casa de la Camorra, casino, cabaret, casa del pueblo, sede de la Tía Norica, escuela de Danza,...– en Arbolí.
DE LA CATEDRAL AL MERCADO
San Juan no tiene apenas establecimientos pero lo cierto es que a dos pasos está la calle más comercial de Cádiz, Compañía, que no tiene ahora mismo ni un local cerrado. El barrio ya era el más comercial del casco antiguo en un estudio que hizo el Ayuntamiento en 2015 –en una división que incluía a San Juan y Callejones– y es que en sus límites hay otro mundo, la Catedral y el Mercado, con su propia evolución.
Cuando en 1988 el Gobierno de Carlos Díaz cerró al tráfico la plaza de la Catedral no fueron pocas las quejas de los numerosos comerciantes de la zona por la falta de aparcamientos y hasta por el cambio de sitio de la estatua Obispo Silos. La plaza quedó vallada para estas importantes obras que iniciaron el camino de la peatonalización del centro, con la idea de que fuera lugar de paseo. Hoy en día sigue siendo un centro neurálgico, ahora hostelero, y con la Seo como el monumento más visitado, aunque cuenta con algunos edificios que ya necesitan reformas y otro con obras paradas.
Terminamos el recorrido por la frontera con el Mercado de Abastos, que en 2009 estrenaba su reforma de 12 millones de euros, de la que se empezó hablar por primera vez en 1991. Desaparecían los puestos del exterior, se dejaba atrás también la estrecha carpa que acogió a los detallistas durante las obras y los ‘churros’ pasaban a ocupar la zona delante del único parque infantil de la zona.
Con la remodelación del mercado, obra de Carlos Riaño, se ha ganado un muro de exposiciones culturales y otro importante núcleo hostelero y turístico, dentro y fuera de un edificio histórico al que se le siguen haciendo mejoras necesarias. Los detallistas se adaptan a los tiempos, sumándose a la compra online, aunque bien merece la pena esa bendita vuelta gaditana para comprar.