Diario de Cadiz

NOMBRES QUE DESAPARECE­N

- PEPE MONFORTE

N0 sólo está en peligro el lince ibérico y la sangre en tomate, también hay nombres que van desapareci­endo según un estudio realizado por el Insttituto de Estadístic­a y Cartografí­a de Andalucía.

Qué difícil debe ser para unos padres eso de escoger nombre. Primero existen las presiones de lo que se llama el “entorno”, que traducido resulta tus suegros y tus padres, que quieren que el niño o la niña que viene al mundo sea un homenaje a un antepasado y quieren que lleve su nombre. Luego están las tendencias en esto de los nombres, que las hay, igual que en la moda de otoño de El Corte Inglés, y luego está el riesgo de los padres “poetas” esos que les quieren poner a sus herederos nombres imaginativ­os que son para acordarse de ellos…toda la vida.

En la cuestión de los nombres yo les rogaría a los padres que sólo tuvieran un mandamient­o y que antes de decidirlo imaginaran a su hijo en el primer día de colegio, algo fundamenta­l en la vida de un alma que todavía está en construcci­ón y que es especialme­nte sensible a las risas de los demás niños.

No hay cosa que pueda hundir más a un niño que las risitas después de que el profesor diga su nombre o tu apellido. Ya eso te hunde para todo el curso, te hace empezar

No hay cosa que pueda hundir más a un niño que las risitas después de que el profesor diga su nombre

como con diez puntos negativos en esa competició­n nunca escrita de ser simpático a los demás, de pertenecer al grupo y no ser un bicho, algo a lo que las almas en formación siempre le tememos mucho.

Hay nombres en peligro de extinción…pero más vale que extingan porque llamarse Lázara o Sampedro, como si fueras un gallo acabaíto de comprar en la plaza de abastos, tiene mucha guasa. Siempre sale el gracioso que cuando pronuncian tu nombre grita “ponerle mayonesa” para regocijo de niños, niñas y demás cosas que haya que incluir para que el lenguaje sea políticame­nte correcto.

El único nombre en peligro de extinción que me gusta de la lista hecha pública por el Instituto de Estadístic­a y Cartografí­a es “Desamparad­o”, pero porque me trae muy buenos recuerdos. Primero me trae a la memoria un mueble también en peligro de exntición, el aparador, y luego al horno de los Desamparad­os, un sitio situado en la calle Compañía de Cádiz que me “amparó” en momentos de hambre con unas especies de palmeras de hojaldre y crema pastelera que eso sí que da ánimos a cualquier alma en formación.

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