La Feria más cara, según se mire
● Caseteros y hosteleros admiten a título individual que subirán los precios por el incremento de los costes de bebidas, alimentos, montaje... ● Hostelería de Jerez sostiene, por contra, que se congelarán
V Aa ser una Feria cara, muy cara”. La afirmación de un restaurador con una larga trayectoria en la Feria del Caballo y de un bodeguero, con algo menos de experiencia en la materia, contrastan con las previsiones de la Asociación de Hostelería de Jerez, que apunta a una congelación de precios tras la subida de en torno al 10% de la última edición.
El restaurador y el bodeguero difieren por completo en función de las listas de precios que regirán en sus casetas, en las que, aseguran, hay fuertes subidas motivadas por el incremento generalizado de los costes de “absolutamente todo lo que tiene que ver con el montaje, el personal, la música y los proveedores de materiales, comida y bebidas”.
El montaje, por ejemplo, se ha disparado entre un 30 y un 50%, y lo mismo ocurre con la cerveza, los refrescos, los alimentos... señalan otros caseteros-hosteleros, que aluden igualmente a un aumento del precio del vino, aunque algo más moderado, por lo que entienden que, salvo raras excepciones, porque siempre habrá algunas casetas con precios populares, sobre todo entre las que explotan los propios caseteros,
ya en la Feria de Jerez, no queda más remedio que trasladar a los consumidores la subida si de lo que se trata es de “no palmar dinero en la Feria”.
Quienes han podido escaparse este año a Sevilla lo tienen muy claro, la Feria de Abril ha sido la más cara de la historia, y con diferencia, para disgusto de los ciudadanos y visitantes. Casualmente, además, hay muchos hosteleros y restauradores que trabajan las dos principales ferias de la primavera andaluza, Sevilla y Jerez, por lo que no sería extraño que se dejen llevar por la corriente hispalense para aplicar en Jerez la misma política de precios, que dicta que la Feria, por norma general, es más cara que la calle. En concreto en Sevilla este año, la impresión más extendida es que los precios se han incrementado un 30%.
Por poner algunos ejemplos, y según la información recabada por este medio y las listas de precios que lucen en las casetas, la media botella de fino tiene un precio medio de 9 o 9,50 euros, si bien aún puede encontrarse a 7,50, pero también a 10,50 euros. El año pasado cotizaba, de media, a 8 u 8,50 euros. Todo depende de la marca del vino y el tipo de caseta, extremo que también influye en la jarra de rebujito -media botella, hielo, refresco de lima-limón y ramita de hierbabuenaque en muchos casos pasa de 10 a 12 euros (+20%). Esto no impide que en alguna caseta les pidan 15 euros por la mezcla que inventaron los británicos para aligerar el contenido alcohólico del sherry, sobre todo en las proximidades del verano, aunque el calor estival en el Reino Unido pueda asemejarse más bien a la temperatura de un invierno plácido en estas latitudes.
La cerveza, tanto monta, pues oscila entre 2 euros, que ya cobraban el año pasado en muchas casetas, y los 2,50, el precio inflado por el redondeo en la Feria de la inflación, aunque con un poco de suerte también puede encontrarse a 1,50 euros, un chollo si se tiene en cuenta que en los bares del centro no baja de 1,70 euros.
El montaje, según uno de los caseteros consultados, ha subido de un año para otro 1.500 euros, de 7.000 a 8.500 euros, que en este caso se corresponde con una subida de poco más del 21%. Otro casetero, sin embargo, clama contra el precio que le han pedido este año por el montaje, 10.500 euros frente a los 7.500 de la anterior edición, que supone un aumento del 40% y que, según confiesa, no ha tenido más remedio que aceptar porque le ha pillado el toro y no disponía ya de tiempo para buscar otras alternativas más económicas.
La Asociación Hostelería de Jerez, a través de su presidente, Alfredo Carrasco, admite que aunque todo ha subido en los últimos meses, este año no ve ánimo de subir los precios entre sus asociados . Y en todo caso, asegura, serían subidas mínimas “si es que las hay”.
De acuerdo con la información que le trasladan los asociados de Hostelería Jerez, este hostelero que cuenta con caseta propia en la Feria, tampoco cree que los consumidores vayan a notar en sus bolsillos el redondeo, aunque las listas de precios ya publicadas indiquen lo contrario en muchos casos. Es más, sostiene que el redondeo “antes fue para arriba -en alusión a la última edición de la Feria del Caballo- y ahora para abajo”.
“Lo que costaba 10 euros no va a costar este año 13 euros”, afirma el casetero-hostelero, al tiempo que puntualiza que en la comida hay que tener en cuenta las cantidades, porque “una tortilla puede tener precios muy dispares, pero hay que considerar si es de cuatro, seis u ocho huevos”.
Sobre el salario de los trabajadores, Carrasco señala que el gasto de personal viene a representar el 40% del total, situación que no ha cambiado de un año para otro, puesto que el año pasado ya estaba en vigor la reforma laboral que establece una penalización de 28 euros por cada trabajador con un contrato temporal de menos de
Los caseteros creen que Jerez seguirá los pasos de la subida del 30% registrada en Sevilla
un mes de duración, léase, el camarero contratado exclusivamente para la Feria.
En cualquier caso, el presidente de Hostelería de Jerez sostiene que aunque en una caseta hay muchos gastos adicionales, como el montaje, la instalación eléctrica y de agua, los vigilantes, el sitio donde se guarda todo el año la caseta…, “la Feria no es más cara que la calle”, e insiste, como ya hizo en Semana Santa y el Gran Premio de España en su llamamiento a los asociados para recomendarles que eviten malas como las subidas excesivas de precios, “que no son buenas para nadie, ni para los jerezanos ni para los visitantes ni para los propios caseteros”.
Y para evitar malos entendidos y disgustos, además de no dar gato por liebre, Carrasco recomienda tener siempre en lugar visible la lista de precios.
Está claro que la Feria no tiene término medio, aunque por norma general, lo más frecuente es pasarse del presupuesto. Y a la escalada generalizada de precios, que tampoco ayuda, se une la subida extra o añadida que se aplica en grandes eventos, como pasó en Semana Santa y en las motos.