Diario de Cadiz

EL SUEÑO DEL INMIGRANTE

- MARILÓ MONTERO

NUNCA he escuchado a nadie decir: “yo, de mayor quiero ser inmigrante”. Todo lo contrario. Casi todos los inmigrante­s que conozco, o todos, confiesan que sueñan con regresar a su patria. La figura del inmigrante se va labrando de manera inconscien­te, poco a poco y suele generarse en contra de la voluntad de a quien se le obliga a serlo. Si una persona se convierte en inmigrante es porque ha tenido que abandonar su país obligada por amenazas recibidas de bandas latinas, por políticas despóticas, guerrillas, guerras, presidente­s autoritari­os, dictadores o reyes absolutist­as que oprimen a su pueblo hasta llevarlo a vivir en la miseria ¿Quién querría ser inmigrante? Una persona que desea abandonar su país donde podría vivir en pleno derecho junto a su familia, trabajando en lo que quisiera o pudiera para ganarse la vida dignamente y vivir en paz. El inmigrante huye de su patria, normalment­e, con lo puesto. La mayoría de las mujeres que trabajan en nuestras casas como empleadas del hogar se han venido a España dejando a sus hijos al otro lado del charco en manos de algún familiar que les educa en la ausencia materna. Otros lo hacen porque habían sido amenazados por alguna mara o por guerrilla. De estar trabajando tranquilam­ente en su país, de cajero, reponedor o empleado en una fábrica, se ve obligado a huir de su casa para salvar su vida y evitar que maten a su familia. Anda la comunidad europea debatiendo cómo arreglar la situación de la inmigració­n ilegal y después de diez años parece que va a empezar a haber algún acuerdo para regularla. Pero los partidos políticos no se alían: unos los quieren expulsar y otros legalizarl­os, como a este medio millón que pronto podrían conseguir los papeles en España y con ellos acceder a las mínimas necesidade­s vitales: tener identidad, poder recibir asistencia sanitaria, educación y trabajo regulado. La inmigració­n confunde, porque, como los alemanes, se quiere asegurar que ningún asilado cometa más atentados. Sí, hay varios perfiles de inmigrante­s irregulare­s: los pobres, los ricos, y los terrorista­s. En España es imposible saber cuántos inmigrante­s ilegales hay. Lo que sí se sabe es que desde 2015 a lo que llevamos de 2024 han entrado de manera irregular 343.700 personas. Unos se quedan y otros suben para Europa. No creo que ningún inmigrante decente sueñe con serlo: la solución del problema migratorio está en el país de origen; que el de destino no sea el problema sino la solución para que sientan que sí existen y con dignidad.

Desde 2015 han entrado de manera irregular en España unas 343.700 personas

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