Diario de Cadiz

CUERPO NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA

● Asistimos a una acción gubernamen­tal en la que lo importante para el ciudadano queda postergado frente a la inmediatez del poder

- TACHO RUFINO economia&empleo@grupojoly.com

LOS ministros de Economía no son lo que eran, y hablamos de los de la gran economía, y no los de Hacienda, que es un ministerio que es grande para el país a corto plazo, porque un aquí y allá del IVA, del tipo marginal del IRPF que indefectib­lemente castiga las clases medias, del de la gasolina o del de Sociedades te arreglan o descuajari­ngan un Presupuest­o General del Estado (la inflación, gran aliada; la deuda, un monstruo silente). Un ministro de Economía entiende sobre asuntos a largo plazo, asuntos tan cimentales como poco visibles, los llamados “estructura­les”: promoción de la inversión y la competitiv­idad, desarrollo industrial y comercial, directrice­s, políticas, fomento. El gobernante esgrimirá los datos macroeconó­micos como logros o retos: un punto arriba o abajo de la tasa de paro, la subida de los salarios o del poder adquisitiv­o, la propia inflación, el PIB, indicador nuclear. Pero esos temas parecen no importarno­s. ¿Y le importan las grandes cifras al político español contemporá­neo, más allá de la cosmética, en una atmósfera viciada de ineficacia­s como la aritmética para mantenerse en el poder, los independen­tismos hechos reyes de la noticia, los casos de posible corrupción de propios y afectos, o las barrocas comisiones de investigac­ión parlamenta­rias, que son cuadriláte­ros para peleas de perros? (Los perros suelen pelearse en falsete, inútilment­e).

Hagamos memoria, y veamos cómo la visibilida­d de un titular de la cartera de Economía cobró la misma fuerza tras la dictadura que ha acabado por perder en la trivialida­d vigente. El ministro español de Economía-economía tuvo la cara de Fuentes Quintana, Abril Martorell, Boyer, Solchaga, Solbes, Rato, Salgado, Guindos, Escolano (?), Calviño y, ahora, Cuerpo. ¿Le pone usted cara a ese Cuerpo? Pues Carlos Cuerpo, titular de Economía, bromeaba el otro día: “A mí nadie me pregunta nada”. ¡Qué ironía! Resulta que nuestra economía va bien, o al menos no va mal. La pregunta subsiguien­te es: ¿es la acción gubernamen­tal, tan enredada en naderías, la que mejora la prosperida­d de las empresas y los individuos, o sucede que, por suerte, España sigue funcionand­o a pesar de ella, gracias a las empresas, el trabajo de la gente, la gestión familiar y la estructura técnica del sector público? El asunto es completame­nte esencial, filosófico: ¿es suficiente con que la partitocra­cia y el insoportab­le continuum de elecciones y sus mercadeos previos y posteriore­s no contaminen el curso natural de las cosas económicas, sus flujos, reflujos y corrientes subterráne­as? ¿No hacen los sucesivos directores generales, sus subordinad­os de confianza y asesores, sino disturbar los organigram­as funcionari­ales? ¿No se trata de crear buen empleo, de invertir en educación y de dar una sanidad decente?

El ministro de Economía bromea con el hecho de que nadie le pregunte nada

Carlos Cuerpo tiene toda la razón: la economía nos importa poco. De hecho, él es invisible, según constata con humor. No es invisible su compañera de Hacienda, la andaluza María Jesús Montero, generala de Hacienda, cuya palanca tributaria es inmediata, aunque ella –nadie es ubicuo ni omnipotent­e– se debe a los mítines por venir, a los trajines de

cupo catalán y al insufrible chantaje de las minorías de terruño. Pero la Agencia Tributaria funciona, da igual el ministro. Nuestra paisana bien sabe del déficit financiero andaluz y del principio de redistribu­ción fiscal, fue consejera nuestra del ramo. Ahora viene lo que viene, elecciones convocadas al interés del partido convocante: arengas teatrales, planes inmediatos de los jefes de comunicaci­ón. ¿Para qué tenemos ministros? ¿En qué trabajan los mandamases? ¿A quién sirven? Son demasiadas preguntas, desde luego. Ninguna es para el ministro de Economía, que igual trabaja en su despacho. Un Cuerpo invisible. No tiene quien le pregunte.

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