Una tanda para la historia
● Lunin se consagra en la noche mágica del Madrid ante el City, en la que falló el experto Modric y anotaron tres defensas, entre ellos el héroe Rüdiger
La épica que habitualmente acompaña cada conquista de la Copa de Europa del Real Madrid apareció en su camino hacia el objetivo de la decimoquinta, con una tanda de penaltis para la historia que encumbró un ejercicio de resistencia, que consagró a Andriy Lunin, en la que pidieron no tirar Fede Valverde y Militao, falló el experto Modric, y marcaron tres defensas como Lucas Vázquez, Nacho Fernández y Antonio Rüdiger.
En un nuevo capítulo para la leyenda madridista en la Liga de Campeones, la tanda de penaltis, tras resistir en pie el vendaval de fútbol del aún vigente campeón, el Manchester City (120 ataques, 34 disparos), no podía comenzar de otra manera que con un fallo que le ponía en desventaja para remontar. Esta vez en la tanda final. Tras errar en su lanzamiento el mayor especialista de los que quedaban en el terreno de juego a la conclusión de la prórroga, Modric. Ederson adivinó el lado elegido por el centrocampista croata. Todo se ponía en contra. Había sustituido Ancelotti a lanzadores habituales como Vinícius y Rodrygo.
Del resto de lanzadores madridistas solamente Bellingham está acostumbrado a asumir esa responsabilidad. Y no falló. Su tanto mantuvo con vida al Real Madrid en la tanda antes de que Lunin se quedase quieto para detener el disparo de Bernardo Silva. De hielo. Con máxima confianza. Sabiendo que en el pasado, a otro nivel, con el Valladolid, ya salió airoso de una tanda en la Copa del Rey ante el Marbella. Detuvo también dos lanzamientos para una estadística que engorda y lo perfila como especialista en penaltis.
Los lanzadores del Real Madrid sorprendieron. Iban en un papelito que Davide Ancelotti enseñó. Tres defensas entre los cinco elegidos. La razón fue la petición de Fede Valverde de no tirar. Estaba al límite físicamente y no sentía confianza. Mientras, Militao pensó que no era buen momento para asumir protagonismo. Recién superada una grave lesión de rodilla. Ante un portero que le conoce bien con el que comparte aventuras en la selección brasileña. Nacho y Rüdiger daban un paso al frente en el liderazgo que dio tranquilidad a Carlo Ancelotti y su hijo Davide, el responsable de esta faceta.
Lucas Vázquez que había marcado ya un penalti inolvidable, tanto como su beso al balón y los giros que dio haciendo malabares sobre un dedo en una exhibición de tranquilidad en el momento de mayor presión. Fue en Milán, en una final de la Liga de Campeones. Esta vez su gesto fue dar toquecitos al balón antes de marcar la tercera pena máxima de su carrera. Llevaba más de seis años, desde que marcó al Fuenlabrada en Copa del Rey, que no chutaba uno.
El brazalete de capitán impulsó a Nacho para quitarse el mal sabor de la boca. Suplente por la elección de Ancelotti de un centrocampista como Tchouaméni para jugar de central. Sin Alaba, lesionado, y con Militao sin ritmo competitivo. Su primer penalti en partido oficial con el club en el que ha jugado toda su carrera. Marcó uno en las categorías inferiores de la selección española, con la sub 17, en semifinales de un Mundial ante Francia.
El decisivo fue para Rüdiger que ajustó al palo su disparo. Como si fuera un gran especialista. El tercer penalti de su carrera, todos marcados, tras chutar con el Chelsea en 2021 en la final de la Supercopa de Europa ante el Villarreal y un año después ante el Liverpool en la final de la Copa inglesa. Dio paso a una celebración especial, con todos lanzándose encima del defensa alemán salvo Modric, que se quitó un peso de encima y se dirigió corriendo a Lunin para agradecerle el favor.