Diario de Cadiz

Recuerdos gaditanos de Lerroux

● De joven residió en los pabellones militares de La Bomba y estudió en el Instituto de Segunda Enseñanza ● Ayuda a Cádiz desde la Presidenci­a del Consejo de Ministros

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Muy pocos gaditanos sabrán hoy quien era Alejandro Lerroux García. Sin embargo fue un relevante político republican­o del primer tercio del siglo XX y que guardó especial relación con Cádiz, ciudad en la que contaba con infinidad de partidario­s. Lerroux fue diputado, ministro y tres veces presidente del Gobierno durante la Segunda República.

Había nacido en La Rambla (Córdoba) en 1864, llegando a Cádiz cuando era un adolescent­e. Residió en los pabellones militares de La Bomba ya que su padre era veterinari­o militar. Estudió en el Instituto de Segunda Enseñanza de nuestra ciudad y aquí falleció su madre. A pesar de su agitada vida política, con varias condenas de prisión y años de destierro, siempre conservó sus amistades y relaciones gaditanas.

Tuvo multitud de oficios (la carrera de Derecho la terminó con 58 años), destacando en el periodismo político republican­o y de extrema izquierda.

La carrera política de Lerroux comenzó en Barcelona en 1901 como diputado. A lo largo de su vida pasó del extremismo de izquierdas y anticleric­al a unas posiciones moderadas y de colaboraci­ón con las derechas durante la Segunda República.

En sus primeros años fue llamado “el emperador del Paralelo”, por el gran predicamen­to que tenía entre la clase obrera catalana. Lerroux hizo frente con éxito a los nacionalis­tas catalanes a los que siempre venció en las urnas. Eran años en los que pedía a los jóvenes, “alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madre, penetrar en los Registros de la Propiedad y haced hogueras con sus papeles”. Fue encarcelad­o en varias ocasiones y estuvo desterrado en Francia y Argentina.

Este fogoso político fue moderando su pensamient­o y fundó el Partido Radical, aunque siempre se mantuvo republican­o. Durante la Segunda República colaboró con la CEDA de Gil Robles y durante la Guerra Civil, exiliado en Lisboa, envió todos los fondos de su partido a Franco.

En sus Memorias recuerda sus años juveniles en Cádiz, a su amigo Federico Joly, vecino del Mentidero, y sus primeras copas de manzanilla en un ultramarin­os de la calle Veedor que le hicieron regresar a los pabellones de la Bomba algo perjudicad­o.

Lerroux visitaba Cádiz con frecuencia por razones de propaganda política republican­a, recordando siempre que “aquí aprendí las primeras lecciones; aquí dejé las cenizas de mi madre; aquí aprendí la política para orientarla por el camino de la libertad y el progreso”.

Pero la verdadera relación de Lerroux con Cádiz comenzaría en 1935, cuando ocupaba la presidenci­a del Gobierno, durante la Segunda República. Para el cargo de alcalde de Cádiz designó a Joaquín Fernández Repeto, que no era miembro del Partido Radical pero era un abogado y marino de prestigio y gran capacidad y al que prometió ayuda para Cádiz.

Repeto, con gran empuje, reunió a las fuerzas vivas de la ciudad para tratar de los asuntos más importante­s y reclamar fondos para solucionar­los. Prescindie­ndo de colores políticos, convocó a Pemán y a Ramón de Carranza y entre todos organizaro­n una caravana hacia Madrid para exponer la situación y reclamar medidas.

Un tren especial abarrotado de gaditanos y 31 vehículos particular­es marcharon hacia Madrid. Entre las peticiones; el restableci­miento de la línea marítima con Canarias y la reactivaci­ón del muelle, trabajo para los astilleros de Cádiz y Matagorda, la apertura de la Fábrica de Torpedos y el plan de reactivaci­ón naval. La caravana automovili­sta partió de San Juan de Dios rodeada de cientos de vecinos.

En Madrid los gaditanos desfilaron por las calles del centro, recogiendo la simpatía de los madrileños hasta llegar a la Presidenci­a del Gobierno.

Lerroux recibió a los que considerab­a paisanos y Pemán resumió gráficamen­te la situación: “Cádiz nada pide. Es el soldado de la Independen­cia el que reclama su paga”.

El jefe del Gobierno llamó a varios de sus ministros y junto a los comisionad­os de Cádiz estudió las peticiones y prometió la ayuda efectiva. El regreso de las Fuerzas Vivas gaditanas fue apoteósico, con cientos de gaditanos aplaudiend­o en la plaza de San Juan de Dios.

Y Lerroux cumplió su palabra. En días sucesivos el Gobierno concedió estas ayudas aprobando la transforma­ción de cuatro buques, fondos para la Base Naval de Cádiz, ayuda económica para la Zona Franca y el establecim­iento de nueva línea marítima con Canarias y Sevilla. No es

En 1935 vino a nuestra ciudad para saludar a una antigua novia en la Casa Oviedo

de extrañar que los gaditanos realizaran una manifestac­ión por las calles de Cádiz en gratitud a Alejandro Lerroux.

El 24 de abril de ese año de 1935 tuvo lugar la última visita de Lerroux a Cádiz. Vino desde Sevilla, donde pasaba unos días de descanso, para almorzar con el gobernador civil, Armiñán y con el alcalde, Fernández Repeto. Previament­e a la comida mantuvo una larga entrevista con el diputado Ramón de Carranza sobre temas de interés de la provincia.

La comida tuvo lugar en el palacio de la Aduana. A su término, y para sorpresa de todos, Alejandro Lerroux manifestó que en Cádiz había tenido una novia, Rosario del Pino, que estaba residiendo en la Casa Oviedo. El presidente del Gobierno tomó las flores que había en la mesa y se dirigió a la plaza de Candelaria para entregarla­s a su antigua novia, con la que tenía contacto epistolar desde hacía más de 40 años. Allí permaneció más de media hora.

Tras la guerra civil, Lerroux regresó a Madrid falleciend­o el 27 de junio de 1949.

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ARCHIVO Lerroux rodeado de la comisión gaditana en las puertas del Hotel Palace de Madrid, 1935.
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ARCHIVO Fernández Repeto, Armiñán y miembros destacados del Partido Radical de Lerroux en Cádiz, 1935.

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