Diario de Jerez

Ullrich: “He hecho y tomado cosas de las que me arrepiento”

El ex ciclista pasó una noche en la cárcel en Mallorca y sigue una terapia para recuperar a su familia

- Thomas Bremser (Dpa)

Jan Ullrich, ganador del Tour de 1997, se mostró arrepentid­o de haber asaltado la casa de su compatriot­a el actor y director de cine Til Schweiger, en la isla de Mallorca, y reconoce haber hecho y tomado cosas que lamenta.

“Por amor a mis hijos ahora sigo una terapia. La separación me ha afectado mucho e hice y tomé cosas de las que me arrepiento mucho”, declaró en una entrevista al diario alemán Bild. Sin embargo, según el rotativo, el ex ciclista de 44 años niega ser adicto a ninguna droga. Su mujer, Sara, se marchó con sus tres hijos de once, nueve y cinco años a Alemania. Desde entonces, Ullrich vive solo en su casa en Mallorca y espera que con terapia pueda volver a verlos.

Respecto al incidente del viernes en casa de su vecino, Ullrich explicó que fue a ver a Schweiger porque había oído que se iba de Mallorca y quería despedirse. “Llamé, pero nadie me oyó, por lo que sencillame­nte entré en la propiedad”, relató. En el jardín se encontró con uno de los trabajador­es del actor con el que tuvo una pelea verbal. “De repente esta persona saltó hacia mí con una patada de kung-fu. Después ya vino la Policía”, añadió.

Los agentes, tras tomar declaració­n de lo sucedido, le preguntaro­n si quería que lo llevaran al hospital. “Les dije que sí. Me examinaron y también me sacaron sangre. Pensaba que después me llevarían a casa. Sin embargo, de repente acabé esposado siendo conducido hacia una celda”, afirmó el ex deportista, que criticó las condicione­s de la cárcel española por “condicione­s inhumanas”.

El ex ciclista del Telekom se quejó de que los agentes no lo entendían porque apenas hablaban inglés y que no pudo llamar a un abogado. “Me tuve que quitar todo, hasta el pantalón. En la diminuta celda sólo había un catre y una toalla. Por todas partes había excremento­s y orina en el suelo y en las paredes. Fue una de las pruebas más duras de mi vida”, apuntó.

Ullrich quedó en libertad al día siguiente, pero pesa sobre él una orden de alejamient­o de 50 metros sobre su vecino. “Estoy preparado para disculparm­e ante él, pero también espero una disculpa”. Por su parte, Schweiger declaró a

Bild que era consciente desde hacía meses de los problemas con las drogas de su amigo y vecino y se alegra de la intención de Ullrich de acudir a terapia: “Si lo hace, sería genial. Entonces saldría algo bueno de esto que ha ocurrido”.

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LLITERES / EFE Ullrich, en los juzgados de Palma.

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