Diario de Jerez

¿POR QUÉ TEMEMOS A CHINA?

- ROGELIO VELASCO

PRIMERO, copiar un producto extranjero, para más tarde producirlo a costes más bajos, exportarlo al país que originalme­nte lo creó, para terminar, años más tarde, igualando o mejorando la calidad.

Esto es lo que ha ocurrido a lo largo de la historia en todos los países con los productos tecnológic­os. El país que originalme­nte lo inventó ha intentado evitar la copia protegiénd­olo a través de un sistema de patentes. E incluso con métodos más primitivos. Cuando el canario Agustín de Betancourt y el malagueño Juan López de Peñalver –cofundador­es de la primera Escuela de Ingeniería en España– viajaron a finales del siglo XVIII a Inglaterra para conocer de primera mano y físicament­e uno de los primeros modelos de la máquina de vapor, sufrieron una gran frustració­n, porque la máquina que le mostraron estaba cubierta por una extensa manta para que no pudiera ser vista y copiada.

Modernamen­te, es el sistema de patentes el que protege las innovacion­es tecnológic­as frente a la copia. Pero las patentes son fácilmente burladas a través del sistema de ingeniería reversa o gracias a una legislació­n muy laxa y permisiva con las copias. Éste es justamente el sistema establecid­o en China, lo que permite a muchas empresas de ese país copiar productos occidental­es y producirlo­s a bajo coste para más tarde exportarlo­s a gran escala a Occidente.

Cuando esas copias y las exportacio­nes asociadas son de un alcance y tamaño limitados, el país líder desde el punto de vista tecnológic­o lo tolera. Sin embargo, cuando este proceso se lleva a cabo a escala masiva, surgen los problemas.

En el primer caso se encuentra Corea del Sur, que firmó un tratado de libre comercio con EEUU extraordin­ariamente favorable en la década de los 90, lo que le ha permitido una enorme expansión en el mercado estadounid­ense. Pero fue una decisión política para facilitar el desarrollo frente a régimen comunista del norte. Además, el tamaño de su economía no va a representa­r jamás una amenaza para EEUU.

En el segundo caso, sin embargo, se trata de China y el volumen de copias de productos occidental­es y de exportacio­nes es de una enorme escala.

La preocupaci­ón es compartida en ambas orillas del Atlántico, aunque en Europa las formas sean más suaves. ¿Cómo relacionar­se comercialm­ente con China cuando no cumple las normas que contempla la Organizaci­ón Mundial de Comercio?

Las empresas estatales son las que conducen las exportacio­nes y las inversione­s exteriores. La amenaza china provocada por la compra de grandes empresas occidental­es sin que exista reciprocid­ad, es un problema que hoy tenemos que enfrentar.

Es verdad que olvidamos nuestra propia historia cuando tratamos este tipo de problemas, pero no puede continuar la actual situación en la que resulta imposible adquirir una empresa de cierto tamaño y de contenido tecnológic­o del país asiático. El modelo económico chino no está convergien­do con el occidental. En este punto, EEUU y la actual escalada proteccion­ista de Trump tiene un fundamento y la aceptación de cambios por parte de China no va a resultar nada fácil, al tratarse de un problema profundame­nte político: una dictadura comunista que ejerce un férreo control sobre toda la sociedad.

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