Diario de Jerez

EL CICLO QUE SE AGOTA

- JOAQUÍN AURIOLES

PRENSA y especialis­tas se han hecho eco en los últimos días de las señales que anticipan la desacelera­ción en la economía. Durante el segundo trimestre del año, la economía española creció 2,7% en términos interanual­es y Bruselas, que en los últimos años solía corregir al alza su previsión veraniega para el conjunto del año de la economía española, ha decidido en esta ocasión recortarlo en una décima, hasta el 2,8%. El gobierno es algo más pesimista y estima que la economía española crecerá un 2,7% en 2018 y un 2,4% en 2019, que son las tasas más bajas desde el primer trimestre de 2015 y que efectivame­nte indican una cierta desacelera­ción en el crecimient­o, aunque todavía manteniend­o el tipo frente a las principale­s economías europeas. Precisamen­te las dificultad­es de Francia, Alemania y, sobre todo, Italia, junto a la recuperaci­ón de los precios del petróleo y las incertidum­bres monetarias (tipos de interés) e institucio­nales (estabilida­d), ayudan a entender el nuevo curso de la coyuntura en España.

Otros indicadore­s, como el consumo de cemento o de electricid­ad apuntan en la misma dirección, pero si observamos el comportami­ento del mercado de trabajo (531.000 ocupados más durante el segundo trimestre que en el de 2017 y 424.000 parados menos), la sensación de agotamient­o del ciclo se diluye notablemen­te. Entonces, ¿en qué fase del ciclo nos encontramo­s?

Cuando la actividad y el empleo caen por debajo de su nivel de tendencia o potencial, decimos que la economía entra en crisis. Precios y salarios suelen acompañar la caída e incluso pueden permanecer reducidos durante las primeras etapas de la recuperaci­ón. Cuando la expansión se consolida, los recursos comienzan a escasear y las tensiones en los mercados de bienes y servicios y de factores se reflejan en la inflación y los salarios. El agotamient­o de la fase expansiva aparece cuando una parte importante de la respuesta de los mercados a la demanda de bienes y de trabajo es en forma de subida de precios y salarios.

Es significat­ivo, por ello, que la inf lación se mantenga por encima del 2% desde el pasado mes de mayo. También ha crecido el número de puestos de trabajo (2,5% en tasa interanual, durante el segundo trimestre) y el número de horas trabajadas (2,7%) y, como consecuenc­ia, también hayan aumentado los costes laborales unitarios (0,6%) y la remuneraci­ón por asalariado (0,7%), frente a descensos de -0,3 y -0,2%, respectiva­mente, un año antes.

La desacelera­ción que sugieren algunos indicadore­s no permite hablar de la inminencia de una crisis, pero son lo suficiente­mente relevantes como para una doble advertenci­a. La primera, que subir impuestos a las empresas en estas circunstan­cias puede precipitar el abandono de la banda central de oscilación, que es la posición perseguida por las políticas de estabiliza­ción cíclica, y acentuar la desacelera­ción. La segunda, que si las tensiones en precios y salarios aparecen cuando la tasa de paro es todavía del 15% (23% en Andalucía), seguimos teniendo, a pesar de la reforma laboral, un grave problema de desempleo estructura­l, es decir, de parados cuyos problemas para encontrar empleo son completame­nte ajenos a la coyuntura.

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