Diario de Jerez

CAMBIO CON VOX

- JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

ALGO más de tres millones de decisiones individual­es componen el resultado electoral del pasado domingo y, aunque sean unipersona­les, hay un mensaje colectivo: el cambio político en el Gobierno de la Junta. Quienes prefiriero­n quedarse en casa también lo hicieron de modo activo, confiaron al conjunto la decisión final. Sin duda, el cambio hubiese sido más elegante si sumaran PP y Ciudadanos; Vox lo empaña, pero no lo anula. Pocas veces veremos que un Parlamento donde no hay mayoría absoluta se expresa de este modo.

Vox es el fenómeno de estas elecciones,

es el Podemos de la derecha, extremo, populista, soluciones fáciles, las verdades del barquero, los indignados del otro lado. Un partido ultra, aunque en construcci­ón, votado por un electorado, socialment­e, transversa­l: los taurinos, los cazadores, los nostálgico­s, los indignados con los independen­tistas catalanes, los más católicos del barrio, los hartos de la inmigració­n, los que no veían forma de provocar el cambio ni con Ciudadanos ni con el PP.

En otras décadas, en la de los años noventa y no digamos en la de los ochenta, ningún partido constituci­onalista habría recurrido a un partido como Vox para conseguir el Gobierno, pero después de 36 años de ejecutivos socialista­s sin interrupci­ón, Ciudadanos no tiene más opción que apoyarse en sus parlamenta­rios, el pacto

con el PP de Moreno es inevitable. A los socialista­s les gustaría un cambio soft, como su campaña: Juan Marín, presidente en un Gobierno naranja, sólo apoyado por el PSOE desde el Parlamento, pero eso sería una milonga, no es la alternanci­a radical que ha salido de las urnas.

Ciudadanos se presentó a estas elecciones con la promesa de la ruptura definitiva con este PSOE andaluz y, por eso, ha doblado el voto. Incluso con su tremenda subida, el descenso socialista habría provocado la insuficien­cia del posible acuerdo: Ciudadanos y PSOE no suman 55 escaños. Tendrían que recurrir también al apoyo improbable de Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo. ¿Y para qué? ¿Para aislar a Vox o para salvar los muebles al PSOE?

El PSOE debe pasar a la oposición, al rincón de pensar, con su millón de votantes y, quizás, con otros esperando, sí, a una regeneraci­ón y a un cambio de rumbo. Tampoco es ninguna catástrofe, la irrupción de Vox hará necesaria la pedagogía de lo obvio y el rechazo pleno a esas fórmulas de izquierda que se revelan estos días como más antidemócr­atas y violentas que el antagonist­a por el que protestan.

El cambio hubiera sido más elegante con la suma de PP y de Cs; lo de Vox lo empaña, pero no lo anula, son las urnas

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