El cante poliédrico de ‘La Macanita’
La cantaora jerezana exhibe en ‘Concierto de Navidad’ su capacidad camaleónica para abordar otros universos El ‘Arcángel San Gabriel’, junto a Fernando Soto, lo mejor de la noche
una exquisita ‘Balada del Niño Jesús’ volvió a allanar el camino.
‘Camino de Naranjales’ recuperó el talante flamenco. Con la guitarra de Manuel Valencia llevando el peso (sensacional durante toda la noche), y el inseguro coro de voces como respaldo, La Macanita volvió a dejar huella, igual que con la Nana del Arenal, un tema estrenado pasado jueves, resultó todo un acierto, y sus apariciones fueron siempre un golpe ganador para el montaje (quizás se le pudo sacar algo más de partido a Fernando en el villancico en solitario ‘Reyes Magos de Jerez’, bajo mi punto de vista, poco acorde con su personalidad). El público vibró y no dudó en levantarse y aplaudir en pie con palmas a compás.
Antes, había sonado con gusto el bandoneón de Melchor Campuzano, añadidura acertada para que una de las grandes joyas de Fernando Terremoto, ‘Sirva tu cuna’, sonara a gloria con la cuerda, la percusión de Luis de Perkín y el piano de Elena López, pero sobre todo con un Manuel Valencia al que se le vio disfrutar y sentir cada nota.
La noche avanzó con Rancapino Chico, que recurrió a la Navidad de Camarón para aparecer por Villamarta. Su voz es canela, sus condiciones también, pero el jueves no fue el que nos tiene acostumbrado. Se le vio inseguro y sin esa chispa que posee. Ni siquiera al hacer junto a Tomasa ‘Camina la Virgen Pura’ estuvo a la altura que suele estar. Cumplió, y poco más. Quizás nos tiene mal acostumbrados.
En el último tramo encontramos a La Macanita más clásica, primero al ejecutar magistralmente ‘la Nana de Jerez’ con el piano de Elena López y luego, para recurrir a su repertorio más navideño haciendo el ‘Orillo, orillo’ que dedicó a Morao y Parrilla. Se destapó Tomasa, cantó, se movió con hechuras y hasta bailó. Excelente. El ‘Tin, tin, Catalina’ encendió al público nuevamente, para concluir, en un bis, con Los Peregrinitos, una delicia. En ambas ocasiones Fernando Soto ejerció de complemento perfecto.
“Por bulerías, como se acaba en Jerez”, dijo la cantaora, se acabó la velada, no sin antes amadrinar a la pequeña Esmeralda Rancapino, que dará seguro continuidad a la saga porque tiene talento, y ver la extraordinaria pataíta de Chicharito. Para enmarcar y ponerla en los colegios.