REALISMO Galería Benot. CÁDIZ
LA pintura que representa la realidad, a pesar de los tiempos y sus circunstancias, de las modas y de las muchas exigencias interesadas que rodean a lo artístico, sigue manteniendo su imperecedero status y generando convencimientos y adhesiones inalterables. Su salud, por tanto, es óptima y no ofrece algunos de esos episodios terminales que muchos llevan tiempo considerándolos como punto final de su longevo discurrir de siglos. Sin embargo, tras este planteamiento incontestable, hay que diferenciar claramente la pintura realista poderosa, abierta, de acertados recursos plásticos y estéticos, portadora de los eternos valores del arte grande, de esa otra que retrata, sin emoción alguna, lo concreto, buscando meros parecidos o innecesarios efectismos que envilecen una pintura que es, infinitamente, más.
El buen realismo, aquel que nos hace transitar por los caminos que trascienden más allá de lo que la mirada abarca, aquel