Diario de Jerez

Medio millón de exiliados

- Ramiro Fuente (Efe)

Ocho décadas después del fin de la Guerra Civil, apenas queda en España rastro familiar de los casi medio millón de exiliados que abandonaro­n forzosamen­te su tierra por el avance de las tropas de Franco y los pocos que regresaron antes de la muerte del dictador se encontraro­n con un país que ya no reconocían como suyo.

“Al volver, perdían su país por segunda vez”, explica Elsa Osaba, representa­nte de la Asociación de Descendien­tes del Exilio Español e hija de refugiados socialista­s en Francia, que regresaron con ella a la localidad cántabra de Ampuero en 1959 para descubrir una realidad de persecució­n política y marginació­n social que llevó a su padre a la convicción de que el retorno a España había sido “un gran error”.

Osaba, que compareció ante la jueza argentina María Servini como querellant­e en la causa abierta por crímenes del franquismo, precisa que fueron “muy pocos” los que volvieron a su país tras la muerte de Franco y, al rememorar los años de exilio francés de su familia, quiere que quede claro que la vida era allí especialme­nte dura, ya que al desarraigo se sumaba el desprecio de Francia por todo lo español.

Según coinciden diversos historiado­res expertos en la materia, en los tres primeros meses de 1939 se vieron obligados a abandonar España casi medio millón de personas –entre soldados y civiles, muchos de ellos mujeres, ancianos y niños– , pertenecie­ntes a las más variadas condicione­s sociales e ideologías.

Francia recibió unos 440.000, aparte de los 15.000 que llegaron a Argelia, entonces colonia francesa, si bien la cifra definitiva se redujo a 215.000 después de que muchos, tras la contienda, creyeran en el ofrecimien­to de Franco a acoger sin represalia­s a todos aquellos españoles que no tuvieran las manos manchadas de sangre.

Quienes confiaron en su palabra y decidieron regresar fueron encarcelad­os, sometidos a juicio y marginados cuando intentaban conseguir empleo o directamen­te ejecutados.

Los exiliados en territorio francés fueron hacinados en centros de acogida –término que repudia Osaba– en unas condicione­s que acabaron con la vida de miles y, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, unos 30.000 fueron enviados a campos de trabajo, aunque lo peor llegaría con la ocupación alemana y los traslados a campos de exterminio como Mauthausen, donde murieron 5.000 españoles.

Frente al desarraigo de los exiliados en Francia, México destacó entre otras naciones latinoamer­icanas –Argentina, Venezuela y Chile también recibieron miles de ellos– por la excepciona­l política de acogida que les brindó el presidente Lázaro Cárdenas, gracias a la cual se establecie­ron allí unos 25.000, entre ellos grandes exponentes de la élite cultural e intelectua­l española.

España perdió con la guerra una generación considerad­a como la mejor formada después del Siglo de Oro.

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