Da Vinci, de la Tierra a la Luna

Ahora que casi pisamos la efeméride mundial de la llegada del ser humano a la Luna (1969-2019), recordemos y tengamos presente una vez más a un hombre adelantado a su tiempo, precursor en muchos campos de la ciencia –por ejemplo, visionario de la mecánica que más tarde supuso el desarrollo de la aviación– como fue el florentino Leonardo da Vinci. Como si los planetas se hubiesen alineado para que los 50 años de la conquista de nuestro satélite natural, gracias a la misión Apolo 11, dirigida por la NASA y comandada por Neil Armstrong (1969), coincidan con los 500 años del fallecimiento del genio renacentista (1519). Pensar que el módulo lunar Eagle, denominado El Águila, el cual alunizó sin apenas combustible en la Luna el 20 julio de 1969, en el Mar de la Tranquilidad, tuvo su inicio en la máquina voladora de Da Vinci llamada Ornitóptero, diseñada tras horas observando los pájaros. Por tanto, podemos decir que, con la huella atemporal de Armstrong, al mismo tiempo fue un tributo a una persona que se atrevió a hacer realidad el sueño más inalcanzable del ser humano, poder volar. Quién iba a decir que el aleteo de su gran invento podría llegar tan alto, a pesar de lo que sus imperfecciones iniciales supusieron: “Un pequeño vuelo para un hombre, un gran vuelo para la tecnología de la humanidad”. Herminio Rodríguez (Alcalá del Río)