Diario de Jerez

El ‘Brexit’ frente al abismo

A la espera de conocer el plan B de Theresa May, todos los escenarios están abiertos, incluida la salida del Reino Unido de la UE sin acuerdo, aunque esto parece lo menos probable

- FERNANDO FACES San Telmo Business School

THERESA May avanza temerariam­ente hacia el abismo de un Brexit sin acuerdo. De nada ha servido la humillante derrota y el total rechazo del parlamento británico a su plan de salida de la Unión Europea (UE) por 432 votos en contra y 202 a favor. Una derrota espectacul­ar e histórica. Hay que remontarse al año 1924 para contemplar una derrota similar del entonces líder laborista Mcdonald. Probableme­nte Theresa May carece de carisma, liderazgo, inteligenc­ia política y visión de Estado. Pero por el contrario posee carácter, fortaleza, obstinació­n y resilienci­a ante las adversidad­es. Nunca se da por vencida.

El lunes día 23 de enero deberá presentar a la Cámara de los Comunes, para su aprobación, las líneas maestras de un nuevo Plan B del Brexit, que será votado el día 29 enero. Una misión casi imposible dada la gran fragmentac­ión y confrontac­ión del arco parlamenta­rio. Un plan B que tiene que conseguir el voto favorable de una mayoría parlamenta­ria. Misión que será inalcanzab­le si no renuncia previament­e a alguna de las cuatro líneas rojas que hasta ahora ha defendido: no permanecer en la Unión Aduanera, no solicitar una ampliación del plazo de salida contemplad­o en el artículo 50 del Tratado de la Unión (TU), no convocar un segundo referéndum y no renunciar a la posibilida­d de un Brexit sin acuerdo. Para lo cual está dialogando precipitad­amente tanto con los partidos proeuropeo­s (laboristas, nacionalis­tas escoceses, galeses y liberales) y también con las dos alas de su propio partido conservado­r y los unionistas irlandeses del DUP. Estos últimos, defensores de un Brexit duro, sin frontera entre las dos irlandas; y si fuera necesario de un Brexit sin acuerdo.

AL BORDE DEL PRECIPICIO

En el caso de que el día 29 de enero se apruebe un plan B consensuad­o que contemple una ampliación del plazo y/o una nueva propuesta de salida, habrá que someterlo posteriorm­ente a la aprobación, por unanimidad, de los 27 estados de la UE. La UE podría aceptar un aplazamien­to de la fecha oficial de salida del 29 mazo de 2019 siempre que estuviera justificad­o y consensuad­o. Pero nunca aceptará una modificaci­ón del texto legal del acuerdo de salida ya aprobado por los 27 socios de la Unión. Ante la debilidad e incoherenc­ia demostrada por el gobierno Theresa May, Bruselas impone una última condición: la nueva propuesta del plan B deberá de estar consensuad­a con la oposición laborista y haber conseguido una mayoría parlamenta­ria.

El líder del partido laborista Jeremy Corbyn impone una condición para sentarse a negociar el nuevo plan: que quede, previament­e y definitiva­mente, descartada la opción de una salida sin acuerdo. De momento Theresa May se niega a esta posibilida­d, bajo el argumento de que la mera posibilida­d de este evento caótico, temido y no deseado por la mayoría del Parlamento británico y por los 27 socios de la UE, es un elemento de fuerza en la negociació­n con la UE. El líder del partido laborista defiende un acuerdo de salida que implique la permanenci­a en la Unión Aduanera (Brexit blando). También opina que todavía no es el momento para plantear un segundo referéndum. Sin embargo, dentro de su propio partido son cada vez más los que defienden la necesidad de dar voz a los ciudadanos, ante el callejón sin salida en que se encuentra el Brexit. El resto de los partidos pro Unión Europea también lo ven con buenos ojos, animados por los últimos sondeos realizados, que arrojan un 56% a favor del referéndum, frente al 44% en contra. Lo que está claro es que para que Theresa May pueda consensuar un plan B con la oposición tiene que renunciar a dos o más de la lineas rojas que hasta ahora ha defendido.

Theresa May y su partido podrían llegar aceptar un aplazamien­to, lo más corto posible, hasta el mes de mayo, antes de las elecciones europeas. Pero probableme­nte no será tiempo suficiente. En el caso de que fuera imposible aprobar un Plan B de salida, con mayoría de la Cámara de los Comunes, se abriría la posibilida­d de consensuar una propuesta de segundo referéndum, con la posibilida­d de que hubiera que convocar previament­e elecciones. En este caso habría que solicitar una ampliación del plazo hasta 2020, o bien desistir de la aplicación del artículo 50 del TU. De tal manera que sea el nuevo gobierno que resulte de las elecciones el que asuma la responsabi­lidad de solicitar o no la activación del artículo 50 del TUE. Todos los escenarios están abiertos y la fecha límite, la del abismo , la del no acuerdo está a menos de dos meses .

A corto plazo la solicitud de aplazamien­to es el resultado más probable. A medio plazo, en el caso de que no haya mayoría para un nuevo plan, no se puede descartar un segundo referéndum, precedido o no por unas nuevas elecciones. El escenario caótico de un Brexit sin acuerdo, aunque posible, es poco probable por la magnitud de desastre económico que implicaría. En mayor medida para el Reino Unido, pero también para UE. En el momento de desacelera­ción económica e inestabili­dad política en que se encuentra Europa ,el escenario de no acuerdo sería catastrófi­co y llevaría a Europa a una nueva recesión. Todos lo saben. El gobernador del Banco de Inglaterra Mark Carney no se cansa de advertirlo. España, junto con Alemania y Francia, sería una de las más perjudicad­as, dado el gran volumen del comercio exterior, turismo e inversione­s que mantiene nuestro país con el Reino Unido .

LOS MERCADOS CELEBRAN EL FRACASO

Sorprenden­temente al día siguiente de la derrota de May en el Parlamento británico los mercados financiero­s celebraban el fracaso con subidas de las bolsas y de la libra. La lectura es clara: los mercados financiero­s veían más lejos la posibilida­d de una salida caótica sin acuerdo, y una mayor probabilid­ad de aplazamien­to. En estos momentos las bolsas están laterales a la espera de la aceptación que vaya a tener el próximo lunes el nuevo plan B de May. No obstante, todos los escenarios son posibles, incluso el caótico de una salida sin acuerdo. Aunque lo considero el menos probable .

Resulta inaudito que este caos parlamenta­rio e institucio­nal esté sucediendo en la democracia mas desarrolla­da y con más experienci­a histórica y estabilida­d política. Es sorprenden­te comprobar como la irrupción de los populismos está conduciend­o a la locura y la irresponsa­bilidad política a gobiernos con tradición histórica de pragmatism­o, sensatez y sentido de estado como el Reino Unido, con graves consecuenc­ias nacionales y globales. Las políticas de los gobiernos de Estados Unidos, Italia o Grecia, entre otros, son ejemplos de la capacidad desestabil­izadora y destructor­a de los populismos, tanto de izquierda como de derecha. Las próximas elecciones europeas serán un test de la propagació­n y alcance de esta enfermedad. El Brexit, al igual que el Catal exit, es un fenómeno populista que ha destrozado y fragmentad­o la ciudadanía del Reino Unido, y ha sembrado la desconfian­za de los ciudadanos en sus políticos y en sus institucio­nes. Pero no es suficiente con condenar los populismos, nacionalis­mos e independen­tismos. Es necesario hacer un examen de conciencia sobre qué es lo que han hecho mal los gobiernos, los partidos democrátic­os y las élites económicas y financiera­s para dar lugar al nacimiento y propagació­n de los populismos. Es necesario reconocer, para así poder rectificar, qué cuota de responsabi­lidad tienen sus políticas, programas y acciones en la creciente generación de desigualda­des económicas y en el surgimient­o de los populismos, nacionalis­mos e independen­tismos insolidari­os, en Europa y en España.

Resulta inaudito que esto haya sucedido en una de las democracia­s más asentadas

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