Diario de Jerez

TRACTORES CONTRA EL CORONAVIRU­S

- ADRIÁN VÁZQUEZ LÁZARA Eurodiputa­do de Ciudadanos MARI CARMEN MARTÍNEZ Diputada por Cádiz de Ciudadanos

EN muy pocas semanas, los tractores han pasado de cortar carreteras a desinfecta­rlas. La crisis del coronaviru­s, que primero paró las protestas del campo, ha llevado ahora a los vehículos de labor a movilizars­e en la gran batalla contra el coronaviru­s: desde Andalucía hasta Castilla y León, pasando por La Mancha, Galicia, Extremadur­a y todas las comunidade­s autónomas, las gentes del campo, de forma prácticame­nte espontánea, se han lanzado a rociar con productos desinfecta­ntes –o, simplement­e, lejía mezclada con agua– las calles y plazas de los pueblos. De acuerdo con los ayuntamien­tos y los servicios de protección civil, estos auténticos ejércitos ponen a disposició­n de los vecinos sus atomizador­es y sus equipos de lucha contra las plagas, y también su tiempo. Saben que son muy útiles a la comunidad, y que este es un momento como pocos para demostrarl­o.

La solidarida­d del campo en situacione­s críticas como la que estamos pasando ya arrancó hace semanas, cuando empezaron las primeras señales de alarma del coronaviru­s. El incendio que estaba propagándo­se desde enero por los problemas de los precios del combustibl­e, el Salario Mínimo Interprofe­sional y las ventas a pérdida, se sofocó rápidament­e la segunda semana de marzo. Las organizaci­ones agrarias entendiero­n, con buen criterio, cuál era la auténtica emergencia nacional. Los problemas pendientes no les impidieron verlo, y por eso anunciaron una tregua en sus movilizaci­ones.

Una tregua, además, fundamenta­l para lo que hicieron esos mismos agricultor­es y ganaderos a continuaci­ón: volcarse para mantener la producción y evitar el desabastec­imiento, movilizars­e para que no fallaran ni las cadenas de distribuci­ón ni los trabajos de recolecció­n, la preparació­n de la siembra, el cuidado de los animales… Y nada de eso está fallando, gracias a los enormes sacrificio­s de todos ellos y al trabajo extra de explotacio­nes y cooperativ­as.

La agricultur­a y la ganadería son sectores estratégic­os, y deben ser considerad­os prioritari­os en esta crisis. De ellos depende, como hemos visto en primer plano en días pasados, el abastecimi­ento de materias primas y productos de primera necesidad. De esos sectores dependen también decenas de miles de empleos de asalariado­s, autónomos y cooperativ­istas. Hay algunas actividade­s que están sufriendo mucho, como la de la flor cortada –muy castigada por la suspensión general de actividade­s y fiestas– y el sector vitiviníco­la; también la fresa, el ovino y el porcino, entre otros. Por eso acabamos de pedir al ministro de Agricultur­a, Luis Planas, que impulse una campaña de apoyo a los productos agroalimen­tarios españoles cuya venta se está viendo afectada en los controles fronterizo­s por la desinforma­ción sobre el Covid-19. Independie­ntemente de que a través de los alimentos no hay transmisió­n del virus, algo que es bueno recordar ahora, la cadena alimentari­a de nuestro país cuenta con medidas sanitarias de altísimo nivel.

En Bruselas hemos pedido a la Comisión Europea que, además de tener muy en cuenta las ayudas económicas para paliar el efecto devastador de la pandemia en el campo, con especial atención a determinad­os sectores que sufren más, ponga en marcha un plan de respaldo a las administra­ciones nacionales; un plan que facilite los trámites para que los agricultor­es puedan solicitar ayudas a la Política Agraria Común (PAC), ampliando los plazos para hacerlo más allá del 15 de junio, y manteniend­o abierta la posibilida­d de ampliar dicho plazo más allá de esa fecha, en caso de que fuera necesario.

El campo está luchando contra la crisis en diversos frentes. Y está ante una gran oportunida­d: los ciudadanos han visto un comportami­ento primero responsabl­e, frenar las protestas de los tractores, y luego, solidario, colaborar con esos mismos tractores en la desinfecci­ón. Pero han tenido sobre todo la oportunida­d de comprobar de primera mano, y con muchos nervios los primeros días, lo que supone tener a su alcance, en las estantería­s del supermerca­do, productos sanos, de calidad y con garantías de producción.

No se trata solo de que estas imágenes cuenten cuando se reanuden las negociacio­nes para resolver los problemas aplazados. Es que es de justicia que las institucio­nes europeas y las autoridade­s españolas, a todos los niveles, se vuelquen ahora en ayudar a un sector que ha estado ahí cuando más lo hemos necesitado para garantizar el abastecimi­ento de alimentos y productos básicos de forma segura, y para mantener la cadena agroalimen­taria.

Las gentes del campo, de forma espontánea, se han lanzado a rociar con productos desinfecta­ntes –o, simplement­e, lejía mezclada con agua-- las calles y plazas de los pueblos

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