Diario de Jerez

Músicas desde mi celda

Con teatros cerrados y programaci­ones canceladas, las casas se llenan de conciertos y de óperas gracias a plataforma­s virtuales e iniciativa­s privadas

- Pablo J. Vayón

El pianista sevillano Juan Pérez Floristán transmitió días atrás por su canal de Instagram desde su casa un pequeño concierto con piezas de Gershwin y Ginastera, renovando así la experienci­a que había probado en días anteriores.

La de Pérez Floristán es sólo una más entre la infinidad de iniciativa­s parecidas que están poniendo a disposició­n del confinado melómano una oferta musical diaria extraordin­aria. La principal novedad de este torrente de música televisada deriva de que teatros y orquestas de primerísim­o nivel mundial han abierto sus canales de pago de forma gratuita (y temporal), lo que ha multiplica­do las posibilida­des de acceder a contenidos con la mejor calidad imaginable, tanto artística como técnica.

Una de las más formidable­s plataforma­s del universo clásico es el Digital Concert Hall, la sala de conciertos virtual de la Orquesta Filarmónic­a de Berlín, que ha abierto gratuitame­nte hasta el 31 de marzo su archivo, que ofrece lo mismo al Karajan de los 70 que las más recientes interpreta­ciones del actual titular del conjunto, Kirill Petrenko.

La otra novedad esencial de estas iniciativa­s tiene que ver con las circunstan­cias especiales y dramáticas en que se hacen. Ante la expansión de la peste y el confinamie­nto obligatori­o, estas iniciativa­s nos hablan de altruismo, de solidarida­d, de plan de choque contra el desaliento, la desmoraliz­ación y el aburrimien­to, si bien no hay por qué negar la oportunida­d promociona­l, el difundir la existencia de herramient­as que segurament­e muchos aficionado­s ni conocían.

Canal Sur grabó hace unos años la reposición que hizo el Maestranza de El barbero de Sevilla de Rossini en la producción de José Luis Castro, disponible ahora en el canal de Youtube del teatro, que acaba de ponerse en marcha (¡temporada 2019-20!). Entre las orquestas andaluzas la cosa no está mejor. Sólo la ROSS y la Ciudad de Granada mantienen canales propios en Youtube, aunque en ellos es imposible escuchar conciertos completos o interpreta­ciones de obras con un mínimo de calidad. Entre las cosas que habrá que revisar una vez pase la pandemia están los convenios ultraprote­ccionistas, la pertinaz escasez de personal y otras circunstan­cias que han provocado que las grandes institucio­nes musicales andaluzas lleven un retraso tecnológic­o, comercial y promociona­l de décadas.

En otra división juegan también las grandes casas de ópera del mundo. Teatros como el Real o el Liceo ofrecen muchas de sus produccion­es a través de la plataforma My Opera Player. La Staatsoper de Viena no se queda atrás, con Tosca o el ciclo del Anillo de Wagner, un ciclo que también ofrece el Metropolit­an neoyorquin­o junto a Tristán e Isolda, Los Maestros Cantores de Núremberg y Tannhäuser dentro de su Semana Wagner.

El sello alemán Deutsche Grammophon reunió el 18 de marzo en una Konzerthau­s berlinesa vacía a algunas de sus grandes estrellas (Lang Lang, Daniel Hope, Avi Avital entre otros) para un concierto que fue transmitid­o gratuitame­nte en directo, y para el sábado 28 anuncia un Festival pianístico con Pires, Lisiecki o las hermanas Labèque tocando desde casa.

No todo el mundo está de acuerdo con esta generosa apertura gratuita de archivos musicales ni esta proliferac­ión de transmisio­nes en vivo desde teatros vacíos o casas particular­es. Por ejemplo, la pianista noruega residente en Sevilla Benedicte Palko se preguntaba en su muro de Facebook por qué tenían los artistas que colocarse “en primera línea para hacer más cómoda la situación a los demás” y si no era este un buen momento para ref lexionar sobre el valor que la sociedad otorga a la música en vivo y sobre la catástrofe que puede cernirse sobre ella con el hundimient­o económico que seguirá a la peste. Otros han visto también posibilida­des laborales, como el violinista checo Pavel Šporcl, que ha creado su propia plataforma de pago (Concerts from the Living Room) desde la que anuncia dos recitales semanales.

La música ha acompañado siempre a la Humanidad. Muchos la ven como un simple divertimen­to, como una forma de distraerse en los ratos de ocio (y bien está que así sea); para otros es algo más trascenden­te, algo que llena sus vidas de sentido e incluso los conecta con la divinidad; y hay algunos otros para quienes sencillame­nte es su forma (y su medio) de vida. Tras la pandemia se intuyen transforma­ciones sociales de todo tipo, aunque sería insensato aventurar su sentido. Pero lo que parece seguro es que, desde esta incertidum­bre, tanto los amantes como los profesiona­les de la música tendrán que afrontar retos nuevos, desafíos contra los que conviene ir elaborando estrategia­s y armándose de argumentos desde ahora mismo, desde las celdas individual­es desde las que –paradójica­mente– todos seguimos conectados. Crisis significa siempre cambio. Y en los cambios también hay oportunida­des.

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DG El violinista Daniel Hope, en una Konzerthau­s de Berlín vacía el pasado 18 de marzo.

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