Diario de Jerez

VIDAS APLAZADAS

- RAFAEL NAVAS

LA dictadura del calendario no perdona ni en estos momentos en los que la prioridad es, o debería ser, simplement­e sobrevivir. Acostumbra­dos como estábamos a planificar­lo todo y con mucho tiempo, desde las reuniones de trabajo a las salidas, las fiestas, las reuniones, los encuentros familiares, los actos culturales y deportivos, las clases, los cursos, las compras, las comidas... hasta los paseos, ahora desde el obligado y necesario encierro vemos cómo se derrumba esta forma de vida.

Muchas personas se enfadan, y no les faltan motivos, porque en plena lucha contra la pandemia en muchos hospitales y centros sanitarios improvisad­os, con miles de personas perdiendo la vida, se sigue hablando de la celebració­n de numerosos eventos para determinar las condicione­s de su aplazamien­to.

Sucedió la semana pasada con la Feria del Caballo, que se ha fijado ahora del 10 al 17 de octubre, y hace tres días con el Campeonato del Mundo de Moto GP en el Circuito de Jerez, aplazado de momento sin fecha. También se ha aplazado el festival Primavera Trompetera fijando nuevas fechas del 18 al 20 de junio. Y hasta las prorra cesiones de Semana Santa aplazan sus salidas o al menos eso proponen desde el Vaticano para que salgan a la calle el 14 y 15 de septiembre. Sólo la Romería del Rocío se ha suspendido sin fecha alternativ­a, es decir, sin aplazamien­to. De momento. En la Educación pasa tres cuartos de lo mismo, se habla de aplazar pruebas de acceso a la Universida­d o de los exámenes finales de diferentes niveles entre junio y julio.

¿Qué significa todo esto? ¿Que finalmete tendremos Feria en octubre, Trompetera en junio, Semana Santa en septiembre y Mundial de Motos antes de que acabe el año? No necesariam­ente porque la evolución de la pandemia la desconocem­os. Pero el hecho de que existan contratos que establecen la obligación de aplazar y no suspender eventos tienen parte de culpa. Y no es lo mismo aplazar que suspender cuando se han vendido ya entradas (véase el Gran Premio de MotoGP). La maquinaria burocrátic­a no se detiene ni en tiempos de guey de eso no se libra nada ni nadie. Además, la economía no puede pararse del todo en un país y todo lo anteriorme­nte citado, junto a muchas otras actividade­s, mueve lo necesario precisamen­te para que se pueda seguir luchando contra la pandemia.

Pero también es cierto que, en un plano más humano, un aplazamien­to conlleva una carga de esperanza que no tiene una suspensión. Y en estos momentos, con dos semanas de confinamie­nto, la sociedad necesita agarrarse a algo para seguir aguantando, luchando sin caer en el derrotismo. Esa es la fuerza del aplazamien­to, que significa un hasta luego y no un adiós. Lo vemos estos días en muchos de los mensajes que recibimos, en los que familares, compañeros y amigos hacen planes “para cuando todo esto pase”. No queda otra.

Viendo a aquellas personas que han perdido lo más valioso, que es la vida, que lo peor que nos pase desde ahora sea tener que aplazar planes de vida.

Que lo peor que nos pase sea tener que cambiar las fechas de tal o cual actividad o evento para cuando sea

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