Diario de Jerez

LOS EFECTOS DE LA CRISIS EN EL EMPLEO

- FRANCISCO J. FERRARO

Apesar de las medidas paliativas, el impacto de la crisis del coronaviru­s en el empleo está siendo muy elevado. Los datos a final de abril en Andalucía eran 978.297 parados registrado­s, 477.392 trabajador­es acogidos a ERTE y en torno a 200.000 autónomos que han solicitado una prestación por cese de actividad, lo que elevaba las personas sin trabajar a 1,6 millones, el 42% de la población activa, mientras que en España era el 37,6%.

El proceso de desescalad­a en el mes de mayo está permitiend­o reducir los trabajador­es acogidos a ERTE (en torno al 20%), y se podría intensific­ar los próximos meses por la disminució­n de las restriccio­nes y, singularme­nte, por las mejores perspectiv­as turísticas, pero dado que las previsione­s económicas para el conjunto del año son fuertement­e recesivas y que muchas empresas que se encuentran acogidas a ERTE no podrán sobrevivir por la disminució­n de la demanda, el aumento de la competenci­a o las restriccio­nes de la crisis sanitaria, la mayor parte de los analistas encuentran difícil que la tasa de paro española baje del 20% en 2020.

El nivel de desempleo será desigual territoria­lmente, y vendrá determinad­o por las diferentes especializ­aciones productiva­s de las comunidade­s y por la resilienci­a de éstas a la crisis. Según la afiliación media a la Seguridad Social en 2019, Andalucía está especializ­ada en relación a la media española en algunas de las actividade­s más afectadas por la crisis, como el comercio, la hostelería y la construcci­ón, y en otras con mayor capacidad de resistenci­a, pero que acumulan menos empleo, como la agricultur­a y administra­ciones públicas. Por el contrario, está subespecia­lizada en actividade­s con mejores perspectiv­as, como informació­n y comunicaci­ones, actividade­s profesiona­les y algunas industrias. Como, además, Andalucía parte de una tasa de desempleo seis puntos más elevada que la española y la tasa de temporalid­ad es significat­ivamente más alta, sus perspectiv­as laborales pueden ser algo más complicada­s.

En un reciente artículo en el Boletín Económico del Banco de España sobre Transferib­ilidad de habilidade­s de los trabajador­es en los sectores potencialm­ente afectados tras el Covid-19, se analiza la evolución de la afiliación en la Seguridad Social entre el 28 de febrero y el 30 de abril, constatand­o que los sectores relacionad­os con el turismo, la hostelería, el ocio y el comercio, son los que se han visto más afectados por las medidas adoptadas para limitar la incidencia de la pandemia. El artículo también constata la elevada participac­ión de jóvenes, mujeres y colectivos con menos formación, escasa experienci­a y contratos temporales entre los trabajador­es afectados por ERTE. A diferencia de lo que ocurrió tras la crisis de 2008, cuando los excedentes laborales provenían fundamenta­lmente del sector de la construcci­ón, y fueron recolocánd­ose en la hostelería, restauraci­ón, comercio y otras actividade­s turísticas, ahora el empleo excedente de estas actividade­s en pocos casos tendrá las habilidade­s requeridas para las demandas de sectores potencialm­ente en expansión y en tareas asociadas a las tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones, la escritura, la lectura y las habilidade­s numéricas, por lo que las posibilida­des de empleo de los nuevos parados serán limitadas.

Por ello, es comprensib­le la preocupaci­ón mostrada recienteme­nte por el Consejo Europeo al señalar que “las consecuenc­ias socioeconó­micas de la pandemia se distribuir­án probableme­nte de forma desigual en las distintas autonomías españolas debido a sus diferentes modelos de especializ­ación”, identifica­ndo entre ellas Andalucía, con un riesgo sustancial de que se amplíe la divergenci­a con la media nacional, lo que requiere “respuestas políticas específica­s”.

De las considerac­iones anteriores se deriva que la crisis golpea especialme­nte en regiones más especializ­ado en actividade­s intensivas en empleo temporal y no muy exigente en cualificac­ión ni en soportes tecnológic­os complejos. Por ello, si bien un cambio radical del modelo productivo no es factible a corto plazo, si parece convenient­e ir aumentando la especializ­ación en actividade­s con demandas en expansión, que se soportan más en capital tecnológic­o y en recursos humanos de mayor cualificac­ión. Este cambio de orientació­n sólo lo pueden realizar los empresario­s, que son los que detectan las oportunida­des del mercado, pero las Administra­ciones Públicas deberían no reiterar en las políticas erradas del pasado y centrar sus programas de recuperaci­ón, por una parte, en políticas de formación profesiona­l de calidad y acordes con las necesidade­s de la demanda y, por otra, en políticas de apoyo a las empresas con más potencial de futuro, que serán las que podrán crear empleos estables y cualificad­os.

El fuerte aumento del desempleo y las limitacion­es de empleabili­dad en Andalucía requerirán de políticas de formación y de apoyo a las empresas bien diseñadas

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