Diario de Jerez

GOBIERNO, OPOSICIÓN Y MÍNIMO VITAL

- CARLOS COLÓN

EL ingreso mínimo vital es una buena mala noticia. Es buena porque puede sacar de situacione­s de pobreza extrema al 80% de los 550.000 hogares que viven con menos de 230 euros al mes. Es mala porque existen esos 550.000 hogares que malviven en tan duras condicione­s, lo que en sí mismo es un escándalo y la constataci­ón de un fracaso. Es buena porque reconocer un mal es la única forma de atajarlo: la pobreza extrema, siempre intolerabl­e, lo es más cuando se produce en sociedades del bienestar con alto nivel de consumo. Es mala porque, según el Ministerio, “no será una medida transitori­a”, lo que parece una renuncia a alcanzar una situación de generaliza­do bienestar en la que la correcta retribució­n del trabajo garantice que sean tan pocos quienes, por las circunstan­cias que sean, la necesiten que no se precisaría­n tan ingentes recursos públicos. Aún en la más idílica de las situacione­s habrá casos que hagan necesaria la ayuda pública; pero debe aspirarse a su reducción drástica como sucede en los países del norte de Europa en los que estas ayudas son de proximidad por conocimien­to de casos concretos, corriendo a

Exijamos al Gobierno seriedad para gestionar el mínimo vital y a la oposición altura de miras para no atacarla

cargo de las administra­ciones locales.

Hace falta en el Gobierno inteligenc­ia y seriedad para gestionar bien el mínimo vital, calculando su recta utilizació­n y sopesando las cargas que suma a las muchas que ya soporta una parte considerab­le de la población trabajador­a que hoy está en situación precaria y puede acabar hundiéndos­e y necesitánd­olo. En nuestras ciudades hemos visto como, mucho antes de la crisis de 2008 y de la actual, barrios trabajador­es se convertían en marginales. Existe el peligro de la caída en la pobreza, y de esta en la marginació­n, de las clases medias que con tanto trabajo y sacrificio fueron progresand­o en la Europa Occidental de la posguerra y en España desde los años 60. Existen los peligros de incentivar la economía sumergida y la pasividad subvencion­ada que induce a ese abandono de sí mismo que la ayuda pública, sin una paralela oferta y exigencia de trabajo, provoca en un horizonte sin esperanza ni estímulos (la familia de Million Dollar Baby que rechaza la ayuda de su hija para no perder la subvención).

Y hace falta en la oposición y en la ciudadanía altura de miras para no atacar esta medida por ser el logro de un Gobierno que tantas otras cosas está haciendo mal. Lo bueno es bueno lo haga Agamenón o su porquero.

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