Diario de Jerez

‘ANTICAPIS’ SE LANZA A TODOS LOS CHARCOS

- @marquesper­ales JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

El Parlamento ha hecho bien al rectificar sobre Teresa Rodríguez, pero ni con papeles dejará de ser una tránsfuga

CARRANZA es un municipio vasco de la comarca de las Encartacio­nes, territorio muy ligado al nacimiento del condado de Castilla, y apellido de dos alcaldes gaditanos, Ramón de Carranza y su hijo mayor, José León de Carranza, pero para la mayor parte de los gaditanos es el nombre del estadio de fútbol del Cádiz, de cuyos escalones habla Manolo Santander en un pasadoble que ha superado en popularida­d al del Vapor del Puerto. De ese pequeño pueblo vizcaíno y medio cántabro al estadio van tantos siglos que se pierde la memoria, del mismo modo que muchos gaditanos no saben quién fue el alcalde Carranza ni que fueron dos.

El Parlamento andaluz ha devuelto a Teresa Rodríguez, líder de Anticapita­listas, su condición de presidenta del grupo Adelante Andalucía, vuelve a la bancada a la espera de que la Mesa de la Cámara cuente con un informe jurídico para averiguar si ella es o no tránsfuga. La rectificac­ión del Parlamento es acertada – la solicitamo­s desde aquí–, pero este asunto es el jurídico y no el político. El legal puede beneficiar a Teresa Rodríguez, pero el político demuestra cuál es el comportami­ento habitual de Anticapita­listas. Rodríguez se fue de Podemos. Se marchó, se despidió, pero quiere mantenerse en el grupo de Adelante Andalucía sin formar parte de ninguno de los partidos que fundó esta coalición electoral. En secreto, tres de sus afines registraro­n un partido con el mismo nombre, y a eso se agarra Rodríguez para seguir en un grupo que se llama igual, pero que no es lo mismo.

Anticapita­listas, o lo que sea, gobierna la ciudad de Cádiz y se ha empeñado hasta la extenuació­n en cambiar el nombre al estadio Carranza, porque su nombre viene de un alcalde que fue monárquico, que perdió unas elecciones y que, después, volvió a ser regidor al apoyar el golpe de Estado de 1936. Como los gaditanos le han cogido la vez a su alcalde Kichi, la están liando con la elección del nombre de la sustitució­n. La primera respuesta, irónica o no, fue Carranza, Francisco Franco y Santiago Abascal, pero en la votación que transcurre ahora, que en sí es un elenco de irregulari­dad, un colador propio de las votaciones internas de Podemos, se han deslizado varios robots ultras, de esos que tienen los partidos, y ya no se sabe qué es verdad y qué es mentira.

La Ley de Memoria debería contar con un asterisco, una excepción, y es ésta: cuando la nominación haya superado el significad­o original del nombre que se quiso enaltecer, se salvará. Como el estadio Nuevo Carranza.

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