ENTRE LA TRISTEZA Y LA GRATITUD
En memoria de don Juan del Río Martín
SEGURAMENTE llevado por mi profundo amor a Jerez, cada vez que he visto y comprobado que una persona ha contribuido al engrandecimiento de mi ciudad, siempre he tenido la debilidad de convertirme en un jerezano agradecido.
Posiblemente por ello, en el caso de mi querido amigo don Juan del Río Martín, se han ligado mis sentimientos, el de mi profunda tristeza y gratitud, el que me ha producido su apresurado fallecimiento.
Cuando pierdes a un amigo, sea arzobispo o el más humilde de los currantes, siento que la tristeza invade lo más profundo de mi cuerpo. Aunque debo confesar que cuando pierdo a un amigo, siempre analizo si durante el tiempo que nos relacionados le ofrecí mi sincera amistad, nunca lo traicione y siempre intenté hacerlos felices.
Inmediatamente después aparece mi chauvinismo jerezano. Y es el caso de Don Juan. Quizás porque compartí algunos sinsabores e ingratitudes y no pocas críticas, incluso de preclaros cristianos, que por cierto lo hicieron sufrir profunda y calladamente, porque solo creían que se quería venderse muy bien. Estos resultaban tan ingratos, que nunca fueron capaces de reconocer que, junto a sus ideas de que todo se debía a su interés por su promoción religiosa, dejaba nuestra Diócesis a la altura de la categoría de Jerez y de nuestra Iglesia.
De las muchas y calladas obras sociales, especialmente con las personas más necesitadas que realizó durante su estancia en Jerez, solo lo sabemos muy pocos.
Recuerdo que uno de los últimos rapapolvos que me dio fue como motivo de las extraordinarias labores humanitarias que realizaron los cofrades de Jerez con motivo del virus que acabo con él.
Me llamó diciéndome:” Maestro, (siempre me llamaba así) tú que siempre eres muy exigentes con los cofrades, ¿qué me dices de los grandes ejemplos que vienen dando los cofrades de Jerez, que está siendo admirada en España en favor de las personas enfermas y necesitadas? Te puedo asegurar que a lo largo de mi vida religiosa, ellos han sido de lo mejor que he encontrado. Conseguiría dejarme callado.
Podría ofrecer innumerables vivencias compartidas y sufridas durante el tiempo que estuvo en Jerez, pero creo que en tan tristes momentos, es mucho más importante, recordar como siempre trató a su humilde peluquero, hasta el punto de concederle su amistad y perennes afectos.
Estoy convencido que don Juan lo primero que ha hecho cuando ha llegado al lado del que tanto amó, le habrá pedido que tenga siempre presente a Jerez y a todos los jerezanos.
Querido don Juan, como era nuestra costumbre, seguiremos hablando y discutiendo sobre todo cuanto ocurre en Jerez, anque le confieso que me siento tan triste como agradecido.
Descanse en paz mi querido don Juan.