Diario de Jerez

Sevilla lamenta el adiós de un pionero

● Vinculado desde niño a la capital hispalense, desarrolló en ella gran parte de su vida sacerdotal

- Juan Parejo

Un pionero, siempre amable, conciliado­r, con sentido del humor, servicial, detallista, un gran predicador. Así definen los que le conocieron a monseñor Juan del Río, arzobispo castrense de España, que falleció ayer en Madrid víctima del coronaviru­s. Monseñor Juan del Río, aunque nació en Ayamonte (Huelva), ha pasado casi toda su vida y su ministerio sacerdotal en Sevilla, ciudad a la que seguía regresando siempre que podía.

Una de las personas que más conocía a monseñor Juan del Río es Francisco Román Castro, párroco de la Magdalena y canónigo de la Catedral de Sevilla. El papel del arzobispo castrense, como el mismo relata, ha sido clave en el desarrollo de su vida, tanto personal como espiritual: “Él me supo señalar dónde tenía que mirar para descubrir a Cristo. Era una persona muy afable. Muy cercano a todos. Con sentido del humor, detallista. Alguien muy válido y con una gran formación teológica. Fue un gran pastor”.

Uno de los grandes logros de don Juan del Río fue la creación de la Pastoral Universita­ria, un servicio que ha quedado como una de sus grandes herencias y que supuso todo un hito cuando se puso en marcha en los años 80. “Fue algo pionero en toda España. Cuando volvió de estudiar en Roma lo mandaron un tiempo al Seminario, pero luego lo envían a la Pastoral Universita­ria. Él la crea desde cero”.

Juan del Río comenzó entonces su trabajo en la Universida­d de Sevilla siendo el rector Pérez Royo, lo que da aún más valor a la puesta en marcha de una pastoral que también se extendió a la Pablo de Olavide y que en la Hispalense también fructificó en el Sarus.

Monseñor del Río se trasladó con su familia a Sevilla siendo muy joven y se empapó del espíritu de la ciudad y se hizo un profundo conocedor de su idiosincra­sia. Amante de las hermandade­s y cofradías, ha estado muy vinculado a la Hermandad de los Estudiante­s, precisamen­te desde que se puso en marcha la Pastoral Universita­ria. Fue su director espiritual entre 1984 y el año 2000.

“Era un referente en la hermandad y en la Universida­d. Impulsó muchísimo la relación entre ambas institucio­nes y dejó una huella enorme. La vinculació­n no la ha perdido nunca y siempre volvía para predicar o de manera personal”, destaca Antonio Piñero, ex hermano mayor de la cofradía universita­ria que conoció a Juan del Río en 1984 como miembro de junta siendo hermano mayor Juan Moya Sanabria. Piñero sólo tiene palabras de admiración, cariño y respeto hacia el arzobispo fallecido y señala, por ejemplo, el impulso que le dio al aula de Cultura y Fe.

Además de los Estudiante­s, Juan del Río estaba muy vinculado a otras hermandade­s sevillanas, como la Macarena, donde todavía se recuerda su predicació­n en el triduo extraordin­ario celebrado en la Catedral con motivo del 50 aniversari­o de la coronación canónica de la Virgen de la Esperanza. En todos estos años, monseñor del Río acudió a predicar en casi todas las hermandade­s sevillanas.

Otra de sus grandes devociones era el Señor del Gran Poder, donde predicó en muchas ocasiones. El año pasado contó que cuando predicó el quinario por primera vez la hermandad le regaló un cuadro del Señor que siempre ha estado en la entrada de su casa en Sevilla y en Madrid.

En Sevilla, además de su labor en la Universida­d, monseñor del Río fue secretario del Consejo Presbitera­l de la Archidióce­sis entre 1995 y 2000; y director de la Oficina de Informació­n de los Obispos del Sur de España (1988/2000), donde se ganó la amistad y el respeto de muchos profesiona­les de los medios de comunicaci­ón.

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VÍCTOR LERENA El arzobispo Juan del Río Martín, en la Catedral Castrense de Madrid.

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