Diario de Jerez

Brotes verdes en El Pilar

Alumnos de los Marianista­s sortean el enclaustra­miento por el Covid con clases al aire libre en el huerto del colegio, donde plantan, cuidan y cosechan sus verduras y hortalizas

- D.L.M.

“¡La lechuga!”, responden casi unánimemen­te los alumnos de 3º C de Primaria del colegio marianista Nuestra Señora del Pilar cuando les preguntan, en el huerto de Santa Fe, qué es lo que más les gusta de todo lo que plantan y recogen. Porque las clases de 3º y 5º de Primaria tienen como actividad, dentro de sus horas lectivas, trabajar en el huerto del colegio, donde estos pequeños hortelanos aprenden de dónde vienen frutos, verduras y hortalizas que luego se comen en casa, porque la producción se reparte cuando se recoge entre los chavales y más de uno ha probado por primera vez alguna hortaliza plantada y recogida por él.

Estas clases al aire libre son un respiro para los alumnos y un soplo de aire fresco en estos tiempos de confinamie­nto y enclaustra­miento por el Covid; si la recomendac­ión es respirar aire puro, el huerto de los Marianista­s es un lujo en medio de la ciudad y donde no paran de salir brotes verdes de toda clase a modo de mensaje de ilusión y esperanza en estos tiempos tristes de pandemia que todos estamos sufriendo, además de la labor pedagógica y didáctica que supone aprender naturaleza en la propia naturaleza.

La profesora de este curso de 3º es Virginia del Puerto Cabrera, que explica que sus alumnos están “encantados con el huerto y no paran de preguntar cuándo vamos, porque con estas lluvias y el frío estas semanas atrás no hemos podido venir todos los días que nos tocaba. Les gusta tanto que han aprendido que si un día ha llovido mucho hay que esperar otro para poder ir al huerto, y te lo dicen. Les encanta y se ve cómo disfrutan, aprenden naturaleza en la propia naturaleza y disfrutand­o”.

Y es que en el huerto “se distribuye­n las tareas y hacen de todo: desde sembrar, cuidar y cosechar lo plantado hasta limpiar de piedras y malas hierbas”, material vegetal que amontonan en un cercado para convertirl­o en el compost -abono natural que utilizarán en el huerto- y al que los niños llevan los restos vegetales cantando ‘al estiércol’.

Estas clases al aire libre son, en estos tiempos en los que por el coronaviru­s apenas se sale, “un ali

vio para los niños”, además de que “en el huerto se implican muchísimo, se motivan solos” y aprenden a satisfacer su innata curiosidad: “Profe, ¿por dónde se come esto?”, pregunta uno sosteniend­o una hoja de acelga.

Son asignatura­s de sociales y naturales, un día a la semana cada clase, pero si hace buen tiempo, también se imparten clases de otras asignatura­s tanto en el huerto como en la arboleda junto al estanque, donde hay mesas de madera al estilo de los merenderos del campo junto a pizarras para las clases al aire libre.

Don Jesús, Ángel, Manuel Barcell y Felipe Quintana

El huerto de El Pilar, que comenzó a funcionar hace siete años, lleva el sello de Jesús Fernández Liébana, don Jesús, que fuese director del colegio durante nueve años y que actualment­e es el Superior de la Comunidad Marianista en Jerez: “Los niños se vuelven locos con esto, lo que recogen se lo llevan a casa y te cuentan qué han hecho. Alguno ha probado por primera vez lo que se ha llevado del huerto”.

Describe con pasión don Jesús que este curso, por el acondicion­amiento del colegio a las normas de seguridad sanitarias por el Covid, no se pudo empezar a plantar en septiembre y se hizo en octubre; ahora hay lechugas y acelgas -dos lomos o hileras por cada clase, cerca de 40 en total-, rábanos, puerros, habas, romanesco, brócoli; cuando acabe la cosecha será tiempo de sembrar patatas para recogerlas a finales de mayo, y después de Semana Santa también será el turno para plantas aromáticas. También hay sitio para cebollas, lombarda, zanahorias o remolacha, y en abril llega la época de sembrar tomates y pimientos de todas clases: cuerno de cabra, italiano y para asar. Además, hay árboles frutales como los cítricos -lima, limón, pomelo y naranjo-, entre otros.

La mano derecha de don Jesús es Ángel Rosado, el jardinero que se encarga de que todo esté a punto. Y también, para lo que haga falta, están Manuel Barcell y Felipe Quintana, dos antiguos alumnos de El Pilar que se desviven por el colegio y hacen gala de su impronta marianista. Quintana apunta el valor que tiene aprender sobre el terreno, “como hacían en la antigua Grecia”, y Barcell destaca, además del valor didáctico porque “aprenden qué es lo que comen, cómo es y de dónde viene”, el aspecto ecológico de la naturaleza como aliada contra el Covid. Y todo esto, en un curso en el que el lema de las Escuelas Marianista­s es ‘Nos toca la tierra’, que sin duda se ajusta a la experienci­a de los alumnos en el huerto de El Pilar.

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FOTOS: VANESA LOBO
 ??  ?? 1. Don Jesús, en plena faena en el huerto junto a los alumnos de 3º C. 2. Como todo huerto que se precie, el de Santa Fe también tiene su espantapáj­aros. 3. Los alumnos se reparten las funciones: un grupo quitando piedras de las lomas. 4. Completand­o una caja con distintas hortalizas para diferencia­rlas. 5. Un alumno deja las acelgas en una caja tras recogerlas del huerto. 6. Manuel Barcell, ayudando a un grupo en la recolecció­n. 6. Ángel Rosado, el jardinero, ayuda a los niños con los desechos vegetales que servirán como abono.
1. Don Jesús, en plena faena en el huerto junto a los alumnos de 3º C. 2. Como todo huerto que se precie, el de Santa Fe también tiene su espantapáj­aros. 3. Los alumnos se reparten las funciones: un grupo quitando piedras de las lomas. 4. Completand­o una caja con distintas hortalizas para diferencia­rlas. 5. Un alumno deja las acelgas en una caja tras recogerlas del huerto. 6. Manuel Barcell, ayudando a un grupo en la recolecció­n. 6. Ángel Rosado, el jardinero, ayuda a los niños con los desechos vegetales que servirán como abono.
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