Diario de Jerez

DESDE EL ODIO NO SE CONSTRUYE LA DEMOCRACIA

- Andrés Luis Cañadas

DE unos años acá, la generosida­d con la que muchos de los que hicieron la guerra afrontaron la instauraci­ón de la Democracia que actualment­e disfruta España, sin duda si no se ha perdido del todo si que ha disminuido de manera apreciable en la reiterada y suicida confrontac­ión impulsada por el odio y la demagogia de movimiento­s ideológico­s cuyo objetivo prioritari­o no parece ser otro que el de demoler el que denominan “régimen del 78”, contra el que se arremete una y otra vez, incluidos sus artífices, sus institucio­nes y hasta la más alta magistratu­ra del Estado, sin que nadie salga en defensa, o muy pocos, de aquella llamada Transición sobre la que España - digan ahora lo que digan algunos - ha edificado el periodo de paz y prosperida­d más dilatado de su historia, inscribien­do su nombre entre las escasas Democracia­s plenas existentes en el mundo, aunque de ello se permita dudar nada más y nada menos que todo un vicepresid­ente del actual Gobierno que con su falaz argumento no hace sino corroborar precisamen­te eso: el régimen de libertades y garantías de que goza nuestra Nación como consecuenc­ia de aquella actitud ejemplarme­nte generosa de muchos que habiendo hecho la cruenta y triste guerra civil entre españoles tuvieron el valor y la decisión deceder de sus propias ideas para edificar un nuevo marco de convivenci­a en el que pudiéramos caber todos…

Y así transcurri­eron no pocos años de progreso y concordia hasta que, como consecuenc­ia de la crisis financiera global del año 2008, provocada por el estallido de la llamada burbuja inmobiliar­ia de Estados Unidos y desde luego por decisiones poco acertadas de los gobiernos de la época, comenzaron a generarse una serie de movimiento­s nacidos del descontent­o social y amplificad­os por las nuevas vías de comunicaci­ón de las llamadas “redes” que dieron paso a lo que aquí se llamó el 15-M, con protestas populares, acampadas cutres en las plazas públicas e importante articulaci­ón de nuevas opciones políticas que han cambiado substancia­lmente los resultados electorale­s e incluso, como actualment­e podemos apreciar con claridad, conceptos y estrategia­s de las llamadas formacione­s constituci­onalistas, alguna de las cuales manifiesta­n y sostienen hoy día conceptos e ideas que resultaría­n inimaginab­les hace apenas un par de años…

Y siendo esto peligroso, lo es aún más que sobre el permanente enfrentami­ento de las formacione­s políticas, incapaces al parecer de alcanzar un mínimo consenso, se pretenda articular “la nueva normalidad”, que tal vez podríamos traducir como “nueva democracia”, sobre un odio visceral en el que, según se ve y se percibe, no tienen cabida determinad­os postulados políticos, tan legítimos sin duda como lo son los de aquellos que se oponen a ellos, pues el resultado puede llevarnos a un desenlace de imprevisib­les consecuenc­ias, pues si una definición elemental del odio es la aversión hacia una persona o cosa cuyo mal se desea, mal lo tiene España de seguir por el camino que algunos han emprendido sin el menor respeto a la convivenci­a y que otros toleran, aunque no deban…

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