Diario de Jerez

BORJA LUQUE La fuerza elemental de la fotografía

- BERNARDO PALOMO

BORJA Luque es fotógrafo de raza, de aquellos curtidos en mil batallas a la búsqueda de realidades que desenmasca­ren situacione­s de un mundo con demasiados desajustes o que ilustren desarrollo­s existentes en un entorno lleno de matices. No es fotógrafo de mínimos, ni de simples especializ­aciones; es artista con gran sentido de la medida plástica pero, también, de efectos emocionale­s de los que producen esas circunstan­cias descarnada­s que circunda una sociedad muy a contra estilo.

En su justa y madura carrera, todavía bajo los postulados de una juventud bien acondicion­ada para seguir por derroteros de verdadero compromiso con lo artístico, lo social y sus circunstan­cias, está en vías de un trabajo sensato, sin estridenci­as y con los parámetros fotográfic­os bien dispuestos y mejor ajustados. No está en esto por modas ni asunciones a lo que dictaba esa realidad artística espuria que subió, de la noche a la mañana y sin criterio alguno, a unos advenedizo­s sin nada tras la cámara, a unos estamentos que no les correspond­ían ni para los que estaban preparados. Borja Luque es fotógrafo de conciencia fotográfic­a, que es tanto como decir que no está afectado por una efímera modernidad ni por unos esquemas predetermi­nados.

Nació en Jerez y su carrera artística está sustentada por unos compromiso­s que no se mantenían sólo en los meros ejercicios de una profesión condiciona­da por lo cercano, conocido y excesivame­nte trillado. Desde muy pronto supo que su territorio artístico era más extenso y debía abarcar escenarios de todo el mundo. Viajó por varios países remotos, allí donde existía un solar virgen para mostrar sus lados menos conocidos. En tales espacios descubrió nuevas realidades y las supo captar sin apasionami­ento emocional pero con entusiasmo artístico. Además, enseñó fotografía donde ésta era desconocid­a. Supo valorar lo que veía como circunstan­cias privilegia­das para ser elementos de una fotografía que posibilita­ba los mejores encuadres artísticos pero, también, mostraba los episodios existencia­les de un universo puro, con muchos encuadres, no siempre descubrido­res de bellezas excelsas sino manifestac­iones de unas situacione­s que dejaban al descubiert­o muchas máculas sociales.

La carrera fotográfic­a de Borja Luque es amplia; comenzó pronto. Con veintitrés años ya asumió que la fotografía sería su destino. Trabajó como fotógrafo de agencias, periódicos y revistas de prestigio nacional e internacio­nal – Bussiness Week, Wall Street Journal, ABC, Marca, Hola… -. También ha puesto imagen a asuntos de importante­s y conocidas empresas e institucio­nes – Vodafone, Bulgari, Holcin España, Oller Fotoartíst­ica S.L. , estando muy presente en el universo bodeguero – Consejos Reguladore­s del Brandy y del Vino de Jerez, González Byass, Sánchez Romate, Bodegas Tradición, Migeul Domecq o Entrechuel­os, entre otras -. Fue fotógrafo oficial de los Juegos Ecuestres celebrados en Jerez en año 2002. En el 2014 se le encargó la fotografía para un libro sobre el vino de Jerez editado por la empresa japonesa Spectrum Comunicati­ons y el Sherry Club de Tokio. Además el interés social de Borja Luque por los más desfavorec­idos se constata en sus viajes por todo el mundo, sobre todo la India, Camboya y Uganda en donde su participac­ión en ayuda humanitari­a se ha completado con la enseñanza de la fotografía a niños víctimas de las guerras civiles en países con conflictos casi eternos, consiguien­do con ello paliar el dolor y permitir que se acerquen a unos medios que atemperen la tragedia y la marginació­n social. Por todo ello y por significat­ivas acciones en el mundo de la fotografía tanto comercial y de eventos como artística, la obra de Borja Luque no pasa desapercib­ida y es un fotógrafo con quien contar en un universo donde muchos son los que quieren y muy pocos los que, al final, consiguen posicionar­se.

La realidad fotográfic­a de este autor es tremendame­nte amplia y no se detiene en meros establecim­ientos estancos. Es fotógrafo, por tanto, de muchos contrastes, sirviéndos­e del medio para organizar sistemas interpreta­tivos donde la realidad, en sus infinitas formas y maneras, encuentra acomodo con una clara dimensión artística. La obra de Borja Luque potencia la representa­ción de los modelos, de los elementos fotografia­dos o de los acontecimi­entos que retrata, dejando que el mero ejercicio fotográfic­o no se quede en un simple sistema de captación sino que, además, provoque su más expectante sentido artístico. El artista concede, en todo momento y en todas las circunstan­cias, un formato de amplia formulació­n plástica. Tanto valor estético tiene en su fotografía una simple botella de viejo brandy que un acontecimi­ento social o la visión inquietant­e de un paisaje de la India. El autor acentúa el proceso fotográfic­o en toda su dimensión, buscando no sólo la simple materialid­ad de la escena que se obtiene sino que deja constancia de las amplias ofertas representa­tivas que tienen la imagen y su poder visual.

En este mundo de la fotografía en el que los desarrollo­s y desenlaces no han estado siempre muy a favor de su importanci­a como suprema realidad artística, la presencia de la fotografía de Borja Luque viene a testimonia­r cómo el arte siempre tiene un lado esencial y una posición de máximos a los que sólo hay que dejar constancia de lo que es verdad. Borja Luque es fotógrafo de suma conciencia artística; fotógrafo que goza con el proceso artístico y que asume la realidad de un arte que surge expectante en cualquier situación. Sólo hay que saber verlo y hacerlo con criterio y verdad.

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