CINCO LETRAS Y DOS ZETAS
JEREZ y Cádiz, Cádiz y Jerez, Mamen y Kichi, Kichi y Mamen, mejor codo a codo que a codazos. La foto de ambos alcaldes saludándose esta semana después de llegar a una serie de acuerdos institucionales no debería ser noticia. Por desgracia, después de tanto tiempo de rivalidad mal entendida, lo es, pues hay pocos precedentes. Algunas de las personas que durante las últimas décadas han pasado por los sillones de ambas alcaldías han avivado el fuego que provocan los catetismos más exacerbados a sabiendas de los muchos votos que dan los populismos localistas entre una masa de la población que no sabe lo que es viajar al pueblo más cercano.
Que la rivalidad entre Jerez y Cádiz o entre Gijón y Oviedo, o Cartagena y Murcia, no tiene sentido en estos tiempos es algo que debería estar ya asumido por todos. Desgraciadamente no es así porque con la misma contundencia que la globalización y la extensión de las nuevas tecnologías han entrado en nuestras vidas, el nacionalismo –en su versión local– ha calado entre las personas más proclive salara di calidad. Existen ejemplos incluso entre representantes de los partidos supuestamente más tolerantes y contrario sa cualquier clase de in dependen tisbi tu al, mo. Ahí están las últimas campañas electorales apoyadas en el sentimiento (o resentimiento) de capitalidad.
Hablando de capitalidad, que una capital administrativa como Cádiz apoye que Jerez sea la Capital Europea de la Cultura en 2031 debe ser un motivo para volver a creer en que es posible otra forma de entender la política. Porque es un apoyo de todas sus fuerzas políticas, todas, no sólo de quien gobierna actualmente. De la misma forma que lo es que la ciudad con mayor población de la provincia como es Jerez, y quinta de Andalucía, apueste por que Cádiz sea la sede del X Congreso Internacional de la Lengua Española. O que el Festival de Jerez y el Festival Iberoamericano de Teatro, o muchas otras fiestas y manifestaciones, se retroalimenten para poder crecer. Faltaría más. De momento es con la cultura pero esperemos que vaya a más, gobierne quien gobierne.
Esto, como la mencionada foto, no tendría que ser noticia, debería ser la norma haal margen del posible éxito, por pura lealtad y por el mensajeque se traslada a unos ciudadanos hartos de peleas.
Durante mucho tiempo, esa rivalidad no ha servido para nada. La palabra Bahía provocaba ronchas en la piel de muchos talibanes jerezanos y el universal vino de Jerez o los caballos en la de los ultras gaditas. No lo combatieron, sino que lo impulsaron, muchos responsables políticos que no creían en espacios mancomunados de gestión porque, entre otras cosas, ponían en riesgo jugosos sueldos propios y de acólitos.
Quienes hemos tenido la inmensa suerte de conocer de cerca y respirar lo mejor y lo peor de ambos territorios, cruzándonos día a día con habitantes de Jerez y Cádiz por unas infraestructuras que cada vez nos acercan más, estamos convencidos de que llegará un día en el que seremos un todo. Porque no hay nada que nos diferencie, ni siquiera la vanidad. No sé si lo llegaremos a ver, pero llegará. Sí, llegará.
Que los alcaldes de Jerez y Cádiz se den la mano (o el codo) no debería ser noticia y menos en estos tiempos