Un verdadero pestiño
España resuelve sin problemas ante Kosovo el cierre de su primera ventana en el camino hacia el Mundial de Qatar Todo conduce a pensar en una ‘eliminatoria’ contra Suecia
época cuaresmal. Pero es que es imposible tener enfrentamientos más o menos adecuados cuando se introducen en un bombo 55 selecciones, ni siquiera países, nada más que en el continente europeo.
Está bien para la FIFA y para la UEFA que así sea para permitir que los más débiles puedan enfrentarse contra los más fuertes, también para generar más ingresos si cabe a través de las diferentes retransmisiones televisivas, pero la realidad es que sale un fútbol bastante aburrido y con una distancias enormes entre unas selecciones y otras. Claro que es posible una sorpresa, por supuesto que sí, hasta Macedonia del Norte se impone en casa a Alemania, pero al final todo se limitará, si no hay accidentes del tipo del sufrido por España contra Grecia al doble enfrentamiento entre el combinado de Luis Enrique con los suecos de Ibrahimovic y compañía. En definitiva, es casi una eliminatoria a doble partido con las posibles injerencias de un día malo para cualquiera de esos dos países.
Es así de triste que se tengan que cumplimentar tantos bolos, pero al mismo tiempo se cargan las piernas de los futbolistas con tres partidos en apenas seis días, entre el jueves y el miércoles de la semana siguiente en este caso. Total, pagan después los clubes las onerosas fichas de sus internacionales, qué más da, para qué nos vamos a esforzar en crear un calendario coherente, con divisiones como las que se emplean en la imaginativa Liga de Nacionales.
Mientras tanto, España se seguirá enfrentando a Kosovo a pesar de considerar que ni siquiera se trata de un país. Bueno, como otros tienen que medirse con Gibraltar u otras federaciones a las que les cascan siete u ocho goles, casos de Holanda, ahora Países Bajos, a los gibraltareños o de Bélgica contra Bielorrusia. También Andorra, San Marino, Islas Feroe, Liechtenstein y otros combinados, que son varios más, sin el nivel mínimo necesario para competir siquiera.
Pero Luis Enrique, encima, tiene que tratar de mentalizar a los suyos y hacerles entender que no hay enemigo pequeño, que cualquiera es capaz de derrotar a