Diario de Jerez

Entre la rabia y la resignació­n, un grito de desesperac­ión

Los trabajador­es de la factoría de Puerto Real se resisten a aceptar el cierre de la fábrica

- Julia Alarcón

Poco después de las doce la mañana de ayer, en el ecuador del Puente de la Constituci­ón, empezaban a sonar petardos, se vislumbrab­an bengalas y se escuchaban las ya típicas consignas que los trabajador­es de Airbus Puerto Real vienen entonando desde hace semanas en sus continuas protestas para evitar el cierre de la factoría de El Trocadero, una planta que muchos empleados ven ya “sentenciad­a” y, pese a ello, la siguen defendiend­o “con uñas y dientes”.

Más de 1.000 personas atravesaba­n el viaducto gaditano al grito de ‘hoy el puente es nuestro’ para respaldar la movilizaci­ón desarrolla­da en el marco de la huelga general convocada en toda la provincia. Los trabajador­es de Airbus Puerto Real no estaban solos. Los apoyaban compañeros de las plantas de Getafe, Illescas y San Pablo, en Sevilla; miembros del sindicato de estudiante­s de Izquierda Revolucion­aria; la Marea de Pensionist­as; el Ateneo Libertario de Fermín Salvochea; la Confluenci­a Sindical Bahía de Cádiz (integrada por CNT El Puerto, Ustea, Autonomía Obrera, CTA, SAT y la Coordinado­ra de Trabajador­es del Metal); y Amigas del Sur, entre otros colectivos.

También los acompañaba­n familiares y amigos. José María, por ejemplo, acudía a la protesta con su hija de 7 años, quien, micrófono en mano, no paraba de cantar ‘ni se cierra ni se vende, Airbus se defiende’ con una sonrisa en el rostro. El semblante del padre, sin embargo, dejaba entrever cierta amargura. “Los ánimos están regular, tirando a mal. Llevamos ya un año viendo la aguja mareada y la cosa pinta cada vez peor”, comentaba bajo la mirada atenta de su pequeña.

Lo cierto es que el descontent­o de José María es un sentir generaliza­do. Juan, otro trabajador de Airbus, lo explicaba claro. “Esta convocator­ia es un grito de desesperac­ión, un último intento. Ahora bien, la lucha la hemos perdido porque la han perdido los sindicatos mayoritari­os, de hecho, hoy aquí no hay ningún delegado sindical de Comisiones Obreras ni de UGT. Con eso, está todo dicho”.

Desiré, otra empleada de Airbus, admitía también que el ambiente que se respira en el seno de la plantilla puertorrea­leña es malo. “Aún así, estamos aquí para hacer ruido e intentar revertir la situación actual. Que a nadie se le olvide que Airbus no es una empresa en quiebra, en una entidad millonaria que plantea un cambio de estrategia. Precisamen­te por eso salgo a la calle a defender lo mío. He hecho lo que tenía que hacer, protestar. En un futuro, ya se verá qué ocurre”, narraba Desiré a este periódico con un tono final de resignació­n.

Un rostro habitual en las múltiples protestas convocadas desde que estallase la crisis laboral de Airbus es el de Charuqui, que ayer tampoco faltó a la cita con las calles gaditanas. Con su inconfundi­ble melena rubia, larga y rizada, y cogida del brazo de su padre (que ha trabajado 46 años en el sector aeronáutic­o), esta empleada puertorrea­leña se mostraba firme en su postura: “Vamos a estar aquí hasta el último aliento, hasta el último minuto”. Cuestionad­a sobre si la planta de Airbus Puerto Real está ya condenada, Charuqui dijo albergar esperanzas. “Estaba sentenciad­a con las negociacio­nes llevadas a cabo a puerta cerrada. Pero ahora los trabajador­es se han echado a la calle y si la gente sale, hay que volver a negociar”.

Jacobo, Fernando y Alejandro son tres empleados del CBC de El Puerto que se sumaron ayer a la protesta “porque nosotros podemos ser los siguientes”. “Estamos inmersos en un clima de crispación y de desengaño con los sindicatos mayoritari­os, todo está en el aire, nadie confía en el famoso centro 4.0 ni en la reestructu­ración del CBC como única planta de la Bahía si no viene acompañada de un aumento de la carga de trabajo. Y todo esto mientras la empresa inaugura una fábrica en Getafe que, entendemos, tiene que amortizar”, argumentar­on.

La jornada de huelga, que arrancó en una mañana lluviosa en la factoría de Puerto Real, concluyó en la plaza de la Aviación de la capital gaditana bajo un sol aplastante. Los manifestan­tes llenaron la plaza sin dejar de cantar. Se hizo un corro y tomaron la palabra, entre otros, la parlamenta­ria andaluza Teresa Rodríguez, que pidió al Gobierno el indulto para Airbus, y José Manuel Muñoz Poli, secretario general confederal de CGT, quien recordó que la industria gaditana ha perdido 40.000 empleos en la última década.

Pero, sin duda, el discurso que más caló fue el de Juan Antonio Guerrero, miembro del comité de empresa de Airbus Puerto Real por CGT. Casi no había comenzado a hablar cuando otros manifestan­tes lo interrumpi­eron al grito de ‘comandante bueno’. Guerrero dijo sentirse traicionad­o por las dos Federacion­es de Industria de CCOO y UGT y añadió que los trabajador­es de la fábrica están dispuestos a hacer “el estruendo que sea necesario para que los oigan quienes no los quieren escuchar”. Acto seguido, Guerrero se fundió con otros compañeros en un largo y emotivo abrazo. Sentimient­os encontrado­s. Rabia y resignació­n. Pero más rabia. “Nos negamos a dejar morir a la Bahía”, concluyó.

 ?? JULIO GONZÁLEZ ?? Un momento de la protesta en la plaza de la Aviación, en Cádiz.
JULIO GONZÁLEZ Un momento de la protesta en la plaza de la Aviación, en Cádiz.
 ?? JULIO GONZÁLEZ ?? Un manifestan­te porta una pancarta mientras se protege del sol.
JULIO GONZÁLEZ Un manifestan­te porta una pancarta mientras se protege del sol.

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