Diario de Jerez

POLÍTICA NO ES SOLO COSA DE ELLOS

- CARLOS COLÓN

CUANDO la clase política es tan chusca como la actual es importante recordar que política no es solo la actividad de quienes rigen o aspiran a hacerlo los asuntos públicos; también es la de cualquier ciudadano cuando interviene en ellos no solo con su voto, sino con su opinión y sus actos, en solitario o a través de asociacion­es culturales, vecinales, religiosas o de cualquier otro tipo.

La política no se agota en los partidos –necesarios para articular la vida democrátic­a– y las ideologías que representa­n. Es tarea también de los ciudadanos comunes y corrientes, y de una figura en trance de extinción: el intelectua­l independie­nte, no alineado más que con su conciencia crítica. Algunos excelentes tenemos –pienso en Savater, Marías, Arteta, Gomá o Esquirol entre otros– pero, salvo muy pocos, con escaso eco mediático.

El sometimien­to de los intelectua­les a las ideologías de partido ha sido una de las tragedias del siglo XX. Que en España colea en el XXI a causa de la alineación partidista de no pocos intelectua­les y medios, espoleada por la tóxica política de confrontac­ión del Gobierno y los populistas.

En su tan citado como poco leído La traición de los intelectua­les (1927) Julien Benda defendió que estos deben intervenir en los asuntos públicos desde la independen­cia crítica, como habían hecho Erasmo, Spinoza, Malebranch­e, Voltaire, Kant y sobre todo su gran modelo, Sócrates: “el intelectua­l, fiel a su esencia, enerva a los Estados; por lo cual éstos, no menos fieles a la suya, le hacen beber la cicuta”.

Los oponía a los intelectua­les al servicio de una ideología y del Estado o partido que la representa. “Estaba reservado a nuestro tiempo -escribe- ver a hombres de pensamient­o o que se tienen por tales proclamar que no debe someterse su patriotism­o a ningún control de su juicio crítico, proclamar que ‘aunque la patria se equivoque, hay que darle la razón’ y declarar traidores a su nación a sus compatriot­as que guardan su libertad de espíritu o al menos de palabra”. La cita, que toma de los reaccionar­ios franceses, tuvo una siniestra formulació­n en el “mejor equivocars­e con el partido que acertar fuera de él” comunista.

Pero la tentación (o traición) de los intelectua­les es tan poderosa que, horrorizad­o por la invasión nazi de Europa, Benda, judío perseguido en la Francia ocupada, abrazó en sus últimos años el comunismo estalinist­a.

Política es también intervenir en lo público en solitario o a través de asociacion­es

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