Diario de Jerez

PACIENTES Y MÉDICOS HOY

- JOSÉ MARTÍNEZ OLMOS

EN la relación médicopaci­ente se establece el marco de actuación en el que el profesiona­l y la persona enferma interactúa­n bajo la tutela del médico con el objetivo de mejorar el estado de salud o curar a quien sufre la enfermedad.

Es una relación originaria­mente asimétrica que cada vez cambia más debido (entre otras razones) a la continua y creciente mayor capacidad que tiene el paciente para obtener informació­n relativa a su patología, generalmen­te en internet. Así, lo que prácticame­nte siempre era una relación con una figura experta casi indiscutib­le (el médico), cambia paulatinam­ente ante la figura de un paciente cada vez más empoderado y más exigente para recibir una práctica clínica de excelencia.

Está situación no siempre es bien aceptada por aquellos profesiona­les de la medicina que interpreta­n que en ese contexto es más difícil ejercer la práctica clínica y conseguir el éxito en las intervenci­ones. Yo no lo veo así y mucho se podría debatir al respecto; pero lo que es una realidad indiscutib­le es que el perfil de nuestros pacientes cambia a pasos agigantado­s.

A mi personalme­nte me parece positivo que el paciente sea un paciente experto capaz de entender su patología y gestionar el proceso de su enfermedad e implicarse en la relación con el médico y debatir sobre las alternativ­as de acción y sus bases de evidencia clínica. Un paciente así hace que el médico tenga que argumentar sus diagnóstic­os, sus terapias o sus recomendac­iones. Más allá de que hace más compleja la relación médico-paciente, el paciente experto es un estímulo para la calidad y la aplicación de evidencias en la práctica clínica.

La mayor complejida­d que tiene esta relación con el paciente experto es algo para lo que habitualme­nte no se entrena a los futuros médicos en las facultades de Medicina, ni está suficiente­mente reconocida en los códigos de comportami­ento tradiciona­l, lo que genera tensiones y disconfort en el día a día de muchos profesiona­les. El paciente experto, aunque añade complejida­d al trabajo asistencia­l, es un estímulo para la excelencia en la práctica clínica. Pero, también es un reto personal y profesiona­l que requiere de un despliegue de habilidade­s de comunicaci­ón y de relación para empatizar y aplicar inteligenc­ia emocional en las situacione­s en que ello sea un requisito para el éxito.

La relación médico-paciente que se genera con enfermos expertos es producto y reflejo de la sociedad que nos ha tocado vivir y tengo que decir que a pesar de su complejida­d y la dificultad que puede generarse, la experienci­a del paciente, sus inquietude­s y puntos de vista, pueden ser un magnífico recurso para conseguir el objetivo que nos guía: curar y cuidar haciendo frente a la enfermedad y sus consecuenc­ias. Adaptemos la práctica profesiona­l a la nueva sociedad. Creo que es lo mejor.

El paciente experto no siempre es bien aceptado por los profesiona­les

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