Diario de Jerez

ESPERANDO AL DÍA 29

- DANIEL LAMPARERO

CUANDO hay una huelga la mayoría tendemos a calificarl­a según nos vaya en la película, si nos molesta más o menos; comprendie­ndo las razones del colectivo que protesta -el paro de los transporti­stas está más que justificad­o- pero qie no me incomode, que no está el horno para bollos, porque igual que existe el derecho a la huelga está el derecho al trabajo, difícil de respetar en un conflicto de estos porque si hay gente trabajando no cesa la actividad, que es de lo que se trata aunque algunos se confundan y obliguen a compañeros a parar por la fuerza.

Tendemos a evaluar una huelga por el efecto que produce en la sociedad, el alcance que tiene: eso desde fuera; desde dentro -para los convocante­s y los que la siguen-, el éxito o fracaso se mide en cuántas de las reivindica­ciones se consiguen, porque para nada sirve mucho ruido y pocas nueces.

Y ruido están haciendo los transporti­stas -hartos de trabajar por debajo de los costes de explotació­n- en su paro indefinido pese al ninguneo del Gobierno y de una ministra socialista que se ha puesto de frente contra estos trabajador­es porque entiende que “se trata de una parte minoritari­a de ultras, en muchos casos de ultraderec­ha, que están utilizando actos de violencia para reivindica­r” mientras los sindicatos se posicionan condenando “las agresiones por parte de grupos violentos asociados al cese de actividad o paro patronal de empresas y algunos autónomos del transporte por carretera”, y para no perder la ca29, lle con la que está cayendo han convocado una jornada de movilizaci­ón para exigir la contención de los precios de la energía. Antes, hoy mismo, el campo mostrará su descontent­o con una movilizaci­ón en Madrid y su rechazo a la reforma de una política agraria común deficitari­a y que, viendo lo que está sucediendo en Ucrania, granero de Europa, necesita un nuevo enfoque.

Así, al Gobierno de los trabajador­es se les están volviendo en contra los trabajador­es porque sigue sin atajar o poner remedio a la imparable subida de la inflación, combustibl­es, electricid­ad... Hasta el día fecha anunciada por el presidente para anunciar el plan de acción. ¿Por qué esperar? Sánchez quiere convencer a la Unión Europea para cambiar el mercado energético y ojalá lo consiga porque sería una magnífica noticia, pero hasta entonces bien podría haber ayudado al ciudadano con medidas que no dependan de Europa, que se pueden tomar.

Entre ellas, parar el paro de los transporti­stas, porque por mucho que diga el Gobierno sí se está notando. Tanto que hablan de dialogar para acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania y no son capaces de sentarse con esta plataforma de trabajador­es autónomos...

En fin, que como casi siempre, los que sufren -y pagan- las consecuenc­ias son y serán los ciudadanos, una vez más en medio del fuego cruzado y otra vez víctimas en los daños colaterale­s que siempre pagan los mismos.

A ver lo que cambia a partir del día 29...

La espera para conocer las medidas del Gobierno pone a prueba la paciencia de unos y otros y el bolsillo también

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