Diario de Jerez

LOS CORTOS AÑOS LOCOS DEL SIGLO XXI

- JUAN M. MARQUÉS PERALES

SE barrunta un 15-M de signo distinto al que alumbró a Podemos, podríamos calificarl­o de un 15-M de derechas frente a aquel otro de izquierdas, pero es la irrupción de un estado general de cabreo –sin signo aún–, que también puede tomar formas de movimiento populista.

Una plataforma de camioneros, que no está incluida en ninguna de las patronales del transporte, está poniendo en jaque la economía del país, castigada de antemano por el alza de los precios de la energía y de los combustibl­es. Hay industrias que están cerrando por desabastec­imiento de materias primas, compañías que comienzan a aplicar los mismos Ertes de la pandemia. Los años locos del siglo XXI han durado poco, no han llegado ni a tres meses.

Tan pronto como las mascarilla­s iban desapareci­endo de los exteriores, y antes de nos sumergiése­mos en una gozosa primavera de desenfreno, Rusia ha invadido Ucrania. La respuesta que la OTAN y la Unión Europea han dado al tirano del Kremlin ha sido la económica, loable y efectiva, pero con un efecto bumerán tremendo sobre las democracia­s occidental­es, donde a la gente no se le reprime por protestar, donde incluso los gobiernos pueden caer por voluntad popular.

En 1973, en un contexto similar, provocado por la guerra del Yom Kippur, el último franquismo tuvo que subvencion­ar por superviven­cia el alza de los precios del crudo; una medida bienintenc­ionada que, al final, se pagó el triple de cara en los primeros años de democracia, al coincidir la liberaliza­ción económica y sindical con otra de las grandes crisis del petróleo, la provocada por la revolución iraní de 1979.

Vox ha estado muy atento al movimiento de los chalecos amarillos en Francia y a la huelga de camioneros de Canadá, también a la protesta del campo, pero el interpelad­o, que es el Gobierno de Pedro Sánchez, no es la víctima principal, sino el PP. El PSOE puede perder el Gobierno, pero los populares están en riesgo de perder el sitio, en un proceso similar al que se vivió en la izquierda después del 15-M y del posible sorpasso de Podemos.

Alberto Núñez Feijóo no puede dirigir la oposición, a la vez que la Xunta y esperar a que sean otros quienes intenten acabar con Sánchez. Si de verdad está en contra de los populismos, tal como afirma, debe tomar en abril el mando de la nave de Génova. La anterior crisis económica se salvó gracias a las palabras mágicas de un contrapopu­lista que doblegó el austericid­io del norte, Mario Draghi, hoy primer ministro de Italia, quien ya ha formulado qué debe hacer la Unión Europea para desligar la economía de la absurda condena del gas. En ti confiamos, Mario.

El PSOE puede perder un Gobierno con este estado general de cabreo, pero el PP corre el riesgo de perder el sitio

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