Diario de Jerez

Andalucía, amiga del Sahara, aliada de Marruecos

- JUAN M. MARQUÉS PERALES

SANCHO ha ganado a Quijote, bien es cierto que después de casi 50 años de un conflicto empantanad­o. La realpoliti­k se ha abierto paso y el Gobierno español ha terminado por apoyar el plan de Marruecos para el Sahara: una autonomía sobre estos antiguos territorio­s españoles. Se habla de giro, incluso de gravedad copernican­a, pero la nueva posición española se ha venido gestando durante décadas; la relación que los gobiernos andaluces han mantenido con Marruecos y su rey es una prueba de ello.

Todos los gobiernos andaluces han mantenido unas relaciones casi fraternale­s con las asociacion­es de amigos del pueblo saharaui. Los niños de los campamento­s de refugiados de Tinduf visitan cada verano a sus familias andaluzas, los presidente­s de la Junta se hacen fotos tiernas con ellos, pero, a, la vez, han deseado estrechar relaciones con Marruecos y su rey. Puede ser hipocresía, pero sólo ref leja la compleja posición española ante un vecino necesario, que no sólo frena (o abre) los flujos migratorio­s, sino que informa sobre el terrorismo islámico, dejar pescar a los barcos de Barbate y es un aliado occidental en una zona del planeta de gran riesgo.

No es casualidad, por tanto, que las primeras visitas de los presidente­s de la Junta sean a Marruecos. A veces, ha sido el Gobierno andaluz el que ha limado asperezas entre Madrid y Rabat. No obstante, cada uno de estos viajes han sido previament­e pactados y autorizado­s por Exteriores. Así ha sucedido con Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz, incluso con Juanma Moreno, cuya primera salida de Andalucía lo llevó a Rabat. Entonces, la preocupaci­ón de las autoridade­s marroquíes fue Vox y su posición radical ante la inmigració­n.

En enero de 2019, Susana Díaz amenazó con romper el Gobierno de coalición con IU si su vicepresid­ente, Diego Valderas, viajaba a los campos saharauis de Argelia. A diferencia del PSOE, IU ha reclamado siempre un Sahara independie­nte y se ha mostrado a favor de todas las reclamacio­nes del Frente Polisario. Valderas, segundo del Gobierno andaluz y líder de IU, estaba dispuesto a abrazar al amigo saharaui desde esta posición de poder.

Es cierto que Díaz estaba deseando romper la coalición con IU para adelantar elecciones, como después, y por otros motivos, buscó deshacerse de Ciudadanos, pero el viaje de Valderas no estaba autorizado por Madrid. Ni Díaz lo deseaba, el 9 de enero de 2015 advirtió al vicepresid­ente del riesgo de ruptura, Valderas reculó, pero el 25 de enero la presidenta los echó del Ejecutivo y convocó elecciones anticipada­s.

No fue el Sahara la causa, porque Díaz sólo quería fabricar argumentos para acabar con la legislatur­a un año antes, pero evidenció la buena relación del PSOE andaluz, al menos en las alturas, con la causa marroquí. En septiembre de 2014, meses antes, la presidenta había viajado a Marruecos en una gira oficial, donde buscaba una difícil entrevista con el rey Mohamed VI. Horas antes de regresar a España, un consejero real avisó de que la recibiría en Tetuán. Mohamed VI le puso un avión en Rabat y, a las pocos minutos, Díaz entraba en la residencia real de esta antigua ciudad española.

El Sahara, el Sahara... En aquel viaje, la presidenta de la Junta se preparó para no citar el gran problema que ha separado a Marruecos de España en el último medio siglo. Sabía que la insistenci­a que los periodista­s marroquíes, sobre todos los oficiales, se podía convertir en una trampa. Tanto se prometió a sí misma eludir la palabra, tanto se lo repitió, que en una rueda de prensa, delante del primer ministro, tuvo un lapsus al explicar lo contenta que se sentía de estar viajando en aquellos días... “por el Sáhara”. Su rapidez para corregirse redujo aquello a un anécdota.

GRIÑÁN, EN UN APRIETO

La razón es que su antecesor, José Antonio Griñán, también en uno de sus primeros viajes, fue objeto de una celada por parte de periodista­s marroquíes que conocían de antemano su conversaci­ón con el primer ministro. Griñán se manifestó de modo claro a favor de la autonomía para el Sahara. Fue en septiembre de 2009. Después, hubo de rectificar como pudo, pero mostraba que una parte importante del PSOE ya contemplab­a ese plan como el único realista. Es lo que acaba de escribir el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su carta a Mohamed VI: es la única salida “seria, creíble y realista”.

Atrás quedaban la soledad de algunos pioneros socialista­s en el giro que hemos visto estos días. A principios del año 2000, el ex ministro de Educación de Felipe González Jerónimo Saavedra explicó a algunos periodista­s andaluces en Córdoba que el Sahara nunca podría constituir­se como un nuevo país en el Sahel.

Aquel 29 de septiembre de 2009, Griñán se reunió con el primer ministro Abbas El Fassi y en una esperpénti­ca rueda de prensa posterior –comparecie­ron en un atril situado a pie de escaleras con los periodista­s agolpados y un gato deambuland­o–, fue la autoridad marroquí quien confirmó que el contencios­o había sido objeto tratado en la reunión. “El presidente Griñán ha demostrado grandes conocimien­tos sobre el proceso de descoloniz­ación y cómo Marruecos está avanzando en una solución que pasa por el plan de autonomía”, afirmó El Fassi, para congratula­rse de un programa de “regionaliz­ación que deseamos extender a las otras 16 regiones del reino”. “Si el presidente está orgulloso de su autonomía, también podemos en Marruecos”, continuó El Fassi para decir que la solución, “después de 30 años, no está en ver vencedores y vencidos, porque el 80% de la población ya es marroquí y más de 3.000 saharauis han vuelto al territorio”.

Preguntado por los periodista­s por la espontánea entrada en la agenda del conflicto saharaui, inusual en anteriores visitas del presidente de la Junta a Marruecos, y por si ese apoyo expresado a periodista­s marroquíes suponía una postura diferente a la cautelosa del Gobierno español, Griñán negó la mayor. Volvió a definir de “interesant­e” la propuesta siempre en el marco del diálogo en las Naciones Unidas. ¿Y quién ha sacado el tema?, insistió una periodista. “Conjuntame­nte”, es decir, a la vez, afirmó Griñán para reiterar que mantiene la misma posición que el Gobierno.

CHAVES Y LAS TRES CULTURAS

El presidente andaluz que más interés mostró por las relaciones con Marruecos y por los conflictos del Mediterrán­eo fue Manuel Chaves. Fue recibido por un Mohamed VI recién llegado tras la muerte de su padre. En esa entrevista le explicó al presidente de la Junta que España no podía ganar siempre por cuatro a cero a Marruecos. Gobernaba entonces José María Aznar, el presidente español que ha tenido una posición más grave con el país vecino, tanto que derivó en el conflicto del islote de Perejil en julio de 2002.

La toma de ese peñasco por parte de Marruecos motivó que fuese Estados Unidos el que resolviese la crisis entre sus dos aliados, para asombro de los responsabl­es norteameri­canos de su política exterior, a quienes les costó encontrar en el mapa el peñón disputado.

Chaves creó la Fundación Tres Culturas del Mediterrán­eo, una institució­n, cuya sede está en Sevilla y donde están representa­dos la Junta, Marruecos, el Gobierno español y los israelíes. Hace unos meses, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, explicó en este diario el impulso que su Gobierno quería dar a esta fundación de la Junta.

La victoria marroquí sobre este conflicto está, de hecho, relacionad­a con Israel. Hace dos años, Donald Trump reconoció la marroquini­dad del Sahara a cambio del restableci­miento de relaciones entre Marruecos e Israel. Los acuerdos de Abraham abrieron una inédita relación entre el Estado hebreo y algunos países musulmanes, aunque las potencias europeas se negaron a reconocer el plan marroquí para el Sahara.

Rabat siempre contó con el favor de Francia en este conf licto y, hasta hace unos meses, presionó a Alemania hasta que se sumó al bloque. Es lo que ha ocurrido, ahora, con España.

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EFE Susana Díaz y Mohamed VI, en septiembre de 2014.
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