Nuevo parón al cambio de modelo productivo
en realidad cuadriplican los precios habituales en España antes de 2021, el año de las subidas desorbitadas. Facua, la asociación de consumidores, por ejemplo, pide que se establezca el máximo en 50 euros.
DEL COVID A UCRANIA
Ni de la pandemia ni de la invasión de Ucrania cabe culpar al gobierno. Pero de la gestión de ambos acontecimientos, sí. Y es ahí donde la juega el Ejecutivo. Las consecuencias son globales pero cada país tendrá que afrontar su cuota. Sólo en la eurozona la invasión rusa va a restar 1,4 puntos (una cuarta parte del previsto) al PIB en el primer año de guerra, además de añadir dos puntos más a la inflación. Esto representa un impacto relevante e inesperado para la maltrecha economía europea justo cuando empezaba a librarse del efecto pandemia.
La crisis de las materias primas, aparte de los combustibles, especialmente cereales y aceite de girasol, está provocando ya subidas generalizadas y en algunos casos –como en el sector conservero– amenaza con estrangular la producción. Y añadamos que firmas españolas como Inditex (que obtuvo 240 millones de beneficio en Rusia en 2021, su segundo mercado), Gestamp, Acerinox, Aneccop, Mango o Fluidra ya han decidido poner fin a sus operaciones en Rusia, lo que repercutirá directamente en su cuenta de resultados y por lo tanto en su desarrollo y posiblemente en el empleo. No, no hay buenas noticias.
LA REFORMA FISCAL, AL CAJÓN
Otra consecuencia de la guerra es el retraso de la reforma fiscal pendiente. Al contrario, Hacienda estudia ya la adopción de medidas fiscales que amortigüen la dislocada subida de precios en algunos sectores y servicios. El informe redactado por el comité de expertos y entregado hace sólo unas semanas va directamente al cajón ante la nueva realidad pese a que se trata de acuerdos asumi