GARCIA MONTERO ‘Imprescindibles’ dedica su entrega de hoy en La 2 al poeta granadino
Karlos Arguiñano ya elaboraba sus recetas a diario hace exactamente 30 años en la Primera, La noche en 24 Horas existe por el tono que tomó con su primer conductor, Vicente Vallés, o Amar en tiempos revueltos fue el revulsivo de la producción española diaria en TVE para relegar los culebrones sudamericanos. Algunas valiosas señas de identidad de Antena 3 pertenecieron a la cadena pública y el tono generalista y familiar (que no blanco, ni triste), exigencias para una cadena pública con público, son el carácter de Antena 3. Es líder no sólo en audiencia sino también en tendencia e inf luencia sobre los demás canales, la pole position que debería tener la cadena con más presupuesto y personal, TVE, la cadena pública.
¿Qué entendemos por televisión pública? o al menos ¿qué no debería ser una televisión pública? Una cadena sin referencias, errática, sin suficientes criterios de compromiso, basada en el cortoplacismo comercial (ojo a los cambios en la parrilla que ha sufrido una serie de calidad en La 1, Sequía), entregada a intereses particulares.
Si es por intereses particulares nuestras cadenas públicas parecen sufrir una condena perpetua. Recordemos, por ejemplo, las críticas que está recibiendo el actual Canal Sur por las imposiciones en los informativos del consejero Elías Bendodo. La autonómica ha empeorado en control y sesgo interesado respecto a la última década socialista y las Noticias de Canal Sur ya están lejos de liderar su franja. Un lastre electoral para Moreno Bonilla, aunque no se entere, es este Canal Sur que endosa a las casas de los andaluces. Un vistazo le sacaría de dudas.
Aquellos que se empeñan en criticar el sesgo de las afiladas opiniones de Vicente Vallés (diferenciadas en el ritmo de su informativo nocturno) deben tener en cuenta que su noticiario es el más seguido, con diferencia, en estos momentos: unos 3 millones de espectadores por edición. Se podrá estar de acuerdo o no con Vallés pero es cada vez más el más visto. Sus análisis ya eran igual de agudos en la T VE de la mejor época de Zapatero. Los informativos de Antena 3 iniciaron la senda de auparse al primer puesto con la crisis catalana de octubre del 2017. Hace cinco años los cerca de 6 millones
En 2017 lideraban los informativos de La 1 y Antena 3 marca distancias ahora
de espectadores que reunían los informativos de las tres principales cadenas se repartían así: 2,1 millones por edición tanto La 1 como Telecinco y 1,7 millones para Antena 3.
Cinco años después han cambiado las tornas con 2,5 millones para Antena 3, 1,8 millones para Telecinco y 1,5 millones, bajando mucho, La 1. Incluso a Antena 3 Noticias 2 no le hace falta que Pasapalabra rebase ya las nueve de la noche, impuntualidad estratégica de la que se aprovechaba años atrás el noticiario de Pedro Piqueras.
El público se ha instalado en Antena 3, la cadena por la que pasan más zapeadores y fideliza más. Su fórmula diaria es reconocible y estable, todo lo contrario en estos momentos que sus competidoras directas. Y salvo el contenedor matinal, sus espacios no sobrepasan de la hora de duración. Una programación variada, la que se le supone que debe acometer una cadena pública. El fuerte de Atresmedia no son precisamente los formatos culturales puros (el espacio de libros es a primera hora en La Sexta los fines de semana), pero si entendemos como difusión cultural de la lengua española un concurso como Pasapalabra, cada día Antena 3 brinda un servicio valioso popular. En T VE ni se espera un formato dedicado a nuestro idioma. Ninguno de los otros concursos de Antena 3 (La ruleta, Boom, El millonario) se basan en el azar, la chiripa o el tratamiento denigrante. No dista de la parrilla de la mayoría de las cadenas públicas de otros países.
Por simplismo se suele reducir que lo que no es televisión pública es “telebasura”. Si se repasa la programación de Antena 3 no hay ni un solo espacio que pudiera catalogarse con el cliché reduccionista con el que José María Aznar quiso condenar a las cadenas privadas hace 20 años. Es ahora el PP el que debería hacer examen de conciencia sobre la basura de las cadenas que tiene bajo su responsabilidad.
Antena 3 hace ya años que renunció a espacios de cotilleo justo cuando T VE se ha visto obligada a rescatar Corazón (para enganchar con el Telediario 1). Si Antena 3 fuera pública podría ponerse en cuestión su franja de telefilmes de bisutería de los fines de semana pero precisamente es la misma oferta que hace La 1 en las siestas (mientras están en directo Telecinco o La Sexta).
Atresmedia tuvo el hallazgo de los seriales turcos, muy rentables y de audiencias limitadas pero fieles. Canal Sur lo intentó el otro verano con las telenovelas turcas y TVE cuenta con el pecado original de los culebrones en 1986. Nadie puede tirar esta primera piedra de la dignidad en la ficción.
Si es por series, la producción propia más extensa es la de Atresmedia frente a la de T VE que se mide por fiascos y Cuéntame se sostiene por la inercia como islote.
Si alguien ha escrito un libro o presenta una película la mayor alegría que puede tener un autor es que se acuerde de él Pablo Motos. La 2 tiene espacios de cine y literatura pero son invisibles. Servicio público sin público es un despilfarro. Un servicio público infrautilizado. Y los responsables políticos son los primeros que deberían asumir esa responsabilidad en vez de escudarse en cifras retorcidas de los audímetros y dar palmas por cuotas ridículas. Teresa Fernández de la Vega trazó en tiempos del apagón la frontera de la notoriedad en la TDT: un mínimo del 10%. Y no lo cumplen ni de directo. Si explota un volcán o si hay guerra en Ucrania el público dirige el mando “a Ferreras”, guste o no. Pero tiene la veterana abierta. La tertulia política por antonomasia sigue luciendo el marchamo de Al rojo vivo pese a las imitaciones en la competencia y en las noches electorales quien lidera es (y será) Ferreras. Más vale tarde mantiene el piloto encendido. Incluso La Sexta Noche, cuando La 1 emite cine y un Informe Semanal enlatado e insípido.
El concepto de televisión pública lo sostiene con más firmeza Atresmedia, que no es dudosa de filosofía familiar ni en sus cadenas temáticas, cada una con una fórmula distinguible. Su modelo de plataforma, Atresplayer Premium, es competitivo y basado en la producción propia, con prestigio Made in Spain.
Antena 3 y La Sexta son La 1 y la segunda que ansiaría cualquier país y RT VE, que tiene más dinero y gente y no sabe ocupar el sitio que le correspondería en la sociedad española (ni Canal Sur en la andaluza). Antena 3, con sus intermedios publicitarios (TVE también tiene sus pausas promocionales), es como si fuera nuestra televisión concertada, eficaz y a menor precio.