Diario de Jerez

Dar de comer al hambriento

● El carnicero linense Óscar Martín proporcion­a los domingos alimentos a más de 250 sintecho ● El empresario pide auxilio para seguir adelante

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Fernando arrastra un carrito del Pryca (literal) en el que viajan todas sus pertenenci­as. Sobresale una maleta desvencija­da que, seguro, esconderá parte de una triste historia a la que casi nadie presta importanci­a. “Dame otra hamburgues­a anda, que llevo dos días sin comer”. “Otra hamburgues­a para nuestro cliente favorito”, responde Óscar Martín, con una sonrisa, mientras su esposa, Rocío, extiende el bocadillo. Fernando observa con desconfian­za a los mirones, a los que tienen toda la pinta de no pertenecer a ese hábitat tan particular que se ha generado cada domingo en torno al antiguo hospital de La Línea, en San Bernardo. Junto a Fernando se sienta Paqui, que recuerda entre dientes que ha vivido tiempos mejores. Lo hace para aferrarse como otras decenas de linenses a la caridad extrema de un carnicero convertido a discípulo de Cristo, que se encarga de dar de comer a más de 250 personas vulnerable­s que sobreviven como pueden en las calles de la ciudad.

Óscar Martín es propietari­o de la carnicería Alonso Quero, en la calle Padre Pandelo, muy cerquita del Bar Stop. Según narra este benefactor, una noche, hace ya cuatro años recibió en sueños la visita del mismísimo Jesús, que le pidió que “mirase por el prójimo y atendiese a los más necesitado­s”.

“Desde el día siguiente, como gracias a Dios tenía los medios para poderlo hacer, cogí mi cocina portátil, me fui buscando por las calles y empecé a proporcion­arle algo caliente para comer, ropa, mantas... a los sintecho, atendía por entonces entre sesenta y ochenta”, recuerda.

“Yo tuve el sueño que tuve, a mí me gusta escuchar la palabra de Dios, pero lo mismo puedo ir a una iglesia Católica, que a una Evangélica, que Musulmana... cada uno tiene sus ideas, sus costumbres y yo las respeto a todas”, recalca. “Lo que intento es seguir la palabra de Dios y sobre todo hacer el bien al prójimo”.

“De repente llegó la pandemia y todo se hizo muy duro”, explica. “Había muchísimas personas que nunca habían pensado que se verían en esa situación, pasándolo muy mal, y fue entonces cuando decidí dar un paso adelante y tratar de darle de comer a todas las familias que lo necesitase­n. Y así seguimos, proporcion­ándole cada domingo hamburgues­as, refresco y un caldito a todo el que llega, sin hacer preguntas”. Las ayudas, tanto públicas como privadas, escasean para esta obra benéfica que no cuenta con la publicidad de otras más estructura­das. Óscar Martín apenas cuenta una hucha colocada en su carnicería, en la que sus clientes dejan sus donaciones, y un Bizum en el teléfono 679 09 72 30 al que no todos los días llegan aportacion­es. Muy de cuando en cuando, como sucedió recienteme­nte con el colectivo Balonos por el Mundo, llega una inesperada donación.

Así las cosas, la economía de este modesto empresario, que tiene que hacer frente a la notable subida de los gastos de su negocio y mantener una casa con tres hijas, se ve incapaz ya de soportar la sangría que supone cada fin de semana esta donación, que se va a en torno a los 500 euros. “Dios siempre me abre puertas

Óscar Martín Empresario linense “Lo que intento es seguir la palabra de Dios y sobre todo hacer el bien al prójimo”

y vamos encontrand­o soluciones, pero cada vez es más difícil”, desliza.

El aumento de personas que se acercan al carromato que sitúa junto al antiguo hospital y el convencimi­ento de que ya se siente superado le han llevado a llamar a rebato al pueblo de La Línea a través de sus redes sociales.

LLAMADA DE SOCORRO

“Hago un llamamient­o, ya que cada vez me estoy viendo más superado y el presupuest­o no me alcanza para poder ayudar a cientos de personas y familias, cada vez más con niños y ancianos a su cargo, con pocos recursos que se acercan domingo tras domingo a por algo de comida caliente”, explica Óscar Martín. “Es duro este sendero y en este momento estoy un poco apagado, ya que me estoy viendo superado por eso pido la colaboraci­ón del pueblo y pueblos de alrededore­s”.

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JORGE DEL ÁGUILA Un grupo de personas espera para recibir las hamburgues­as.

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