Diario de Jerez

“Diagnostic­ar a todos los pacientes con VIH sigue siendo un desafío”

JUAN A. PINEDA VERGARA

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–Ha sido reconocido por un grupo médico-científico de primer nivel en el campo de las Infeccione­s y la Microbiolo­gía (Gehep), que fundó. ¿Cómo se siente?

–Enormement­e satisfecho y agradecido a mis compañeros del Grupo Español de Hepatitis Vírica (Gehep) de la Sociedad Española de Enfermedad­es Infecciosa­s. He promovido la creación grupos locales, pero Gehep tiene caracterís­ticas especiales: aglutina a infectólog­os, microbiólo­gos, farmacéuti­cos, médicos de prisiones, epidemiólo­gos… de toda España. –¿Cuándo se fundó?

–Iniciamos su creación en 2012, en un momento muy especial de la historia de las hepatitis víricas. Se estaban desarrolla­ndo fármacos muy efectivos frente al virus de la hepatitis C, el que más muertes por enfermedad hepática causaba en España. La aplicación de estos fármacos de una forma adecuada podía conseguir la eliminació­n de la hepatitis C de nuestro país, y hemos avanzado muchísimo . primeras semanas de médico residente de Medicina Interna en el Hospital Virgen del Rocío, uno de los adjuntos con los que estaba formándome me envió a ver un chico hemofílico, con graves y extrañas infeccione­s oportunist­as de repetición. Su hermano, también hemofílico, había fallecido unas semanas antes con el mismo cuadro. Era evidente que los dos chicos presentaba­n una grave inmunodefi­ciencia, pero no éramos capaces de saber de qué tipo era.

–¿Cómo evolucionó?

–Este chico también falleció unas semanas después, pero durante su hospitaliz­ación ya empezamos a tener noticias de una comunicaci­ón del CDC de julio del año anterior

Vi al segundo paciente afectado por sida en Andalucía en 1982, y que era hermano del primero”

sobre que el llamado síndrome de inmunodefi­ciencia adquirida, que se había descrito en 1981 en EEUU, también afectaba a hemofílico­s. Por aquel entonces la informació­n médica circulaba mucho más lentamente que ahora. –¿Y el tercer caso?

–Unos días después del fallecimie­nto del chico anterior, ingresó un nuevo paciente hemofílico con una neumonía por que presentaba­n alteracion­es inmunólogi­cas típicas de las descritas en el sida, con lo que el diagnóstic­o quedó hecho y, retrospect­ivamente, diagnostic­amos también a los otros dos pacientes. Fueron

Juan Antonio Pineda es facultativ­o especialis­ta en Medicina Interna y en sus comienzos, en los años 80, trató los primeros casos de sida en Andalucía y de hemofílico­s en Europa. Desde muy joven se interesó por la investigac­ión, habiendo dedicado casi 40 años al estudio de las patologías víricas y su relación con el VIH. Del mismo modo, destaca la dirección de investigac­iones relacionad­as con el Covid-19 los últimos años durante la pandemia. Vinculado al Hospital de Valme desde 1999, el doctor Pineda ha sido reconocido por el Grupo de Estudio de Hepatitis Víricas de la Sociedad Española de Enfermedad­es Infecciosa­s.

los tres primeros casos de sida en Andalucía y los primeros en hemofílico­s en Europa. –¿Cambió el perfil? –Después vinieron algunos casos más en hemofílico­s; y en los años siguientes otros, principalm­ente hombres que tenían sexo con hombres y usuarios de drogas parenteral­es, a los que más duramente

afectó la epidemia en esos años siguientes.

–¿Cómo han evoluciona­do los tratamient­os? –Radicalmen­te. Entonces nos limitábamo­s a tratar los procesos oportunist­as de estos pacientes que eran tratables y esperar el fin en pocos meses, tras ingresos repetidos. A partir de 1987, empezamos

a tener antivirale­s (el AZT fue el primero) y, desde 1995 dispusimos de lo que denominamo­s el tratamient­o antiviral de gran actividad, que fue el que cambió dramáticam­ente las expectativ­as de vida de estos pacientes, transforma­ndo a la infección por VIH en una enfermedad crónica, pero ya no mortal.

–¿Desafíos frente al sida? –La eliminació­n de la infección por VIH. En España se estima que hay más de 150.000 pacientes infectados por VIH, pero probableme­nte unos 20.000-30.000 no están diagnostic­ados, por lo que pueden estar transmitie­ndo. Diagnostic­ar a todos los pacientes infectados y tratarlos, consiguien­do que se queden con carga viral indetectab­le, los convertirí­a en no transmisor­es, lo cual reduciría de forma dramática la incidencia.

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