UNA COLECCIÓN ÚNICA EN ESPAÑA
SE van a cumplir ahora 40 años de una feliz iniciativa, de un hecho irrepetible que posiblemente pase sin pena ni gloria, como tantas otras cosas, ya que desgraciadamente la memoria de los pueblos es bastante frágil.
Corría el año de 1982 y la entonces Caja de Ahorros de Jerez editó un disco titulado ‘Así canta nuestra tierra en Navidad’, con prólogo de Juan de la Plata, director de la Cátedra de Flamencología de Jerez (cuyo Coro de Villancicos fue el protagonista) y portada del pintor Juan Gutiérrez Montiel.
Siempre he dicho que en ese primer volumen no figura en los créditos que fuera el primero de una colección, sencillamente porque creo honradamente que nadie sabía entonces el alcance que, pasado el tiempo, iba a tener.
Se fundamentó la colección en tres pilares básicos, que han permanecido inalterables a lo largo de los años: la musical (cómo canta nuestro pueblo en Navidad), la pictórica (como la ven los artistas) y la literaria (que aportaciones pueden hacer los escritores a este imponente bagaje cultural).
Se editaron 29 obras (discos LP, cassettes o CD), que recogen alrededor de 300 villancicos y romances populares, en las voces de Rocío Jurado, José Mercé, Sordera, La Paquera, La Macanita, Angel Vargas, Nano de Jerez, Fernando y Curro de la Morena, El Mono, Carmen Linares, José Menese, Torrito, Fernando Torre, Raphael, Ismael Jordi …. y un larguísimo elenco artístico inigualable.
Me gustaría hoy echar la vista atrás y rendir homenaje a los tres vértices de una pirámide excepcional, sin cuyo concurso esta colección no hubiera sido posible. Me estoy refiriendo a la Caja de
Ahorros de Jerez (que puso los medios materiales indispensables para el proyecto), Juan Pedro Aladro Durán (que tenía un genio en su cabeza inventando cosas todo el día) y Manuel Fernández Molina ‘Parrilla de Jerez’ (guitarrista y músico excepcional, que tenía el compás en la sangre). Desde donde nos estén contemplando, mi admiración y mi cariño hacia ellos siguen vigentes como el primer día.
Me contaba mi madre que, en las frías noches de diciembre, salían todos al patio de vecinos de su casa en el barrio de Santiago, llevando cada uno las poquitas cosas que había para comer (pestiños, roscos, etc.) y configurando una original orquesta con palmas, panderetas, sonajas, cántaros, botellas de anís y otros artilugios caseros. En torno a un fuego, se cantaba y bailaba al Niño Dios, haciendo así la vida un poco más llevadera y creando entre los vecinos una hermandad extraordinaria.
Esta reunión de vecinos es conocida en Jerez como ‘zambomba’ y la colección ‘Así canta nuestra tierra en Navidad’ es heredera de esta rica y fecunda tradición.
Los villancicos provienen, en su mayor parte, del romancero popular español, transmitidos por vía oral. Me decía Parrilla de Jerez que nosotros no hemos inventado nada, pero lo que sí hace Jerez es ‘aflamencar’ esas coplas y romances salmantinos, extremeños o castellanos. Algo parecido a lo que ocurrió con los cantes de ida y vuelta. Como escribió Manuel Machado, “hasta que el pueblo las canta/las coplas, coplas no son/y cuando las canta el pueblo/ya nadie sabe el autor”.
Las zambombas tradicionales desaparecieron en los años 50 del siglo pasado, al trasladarse buena parte del vecindario a los barrios emergentes de Jerez, convertidos en bloques de pisos donde el arte no tenía cabida.
Con el inicio de la colección en 1982, los que no llegamos a conocer las zambombas, nos acercamos a ellas con veneración, se hicieron libretos con las letras de los villancicos y proliferaron en peñas, hermandades y otras asociaciones. Se produjo un boom turístico y diciembre sigue estando Jerez a rebosar.
¿Qué queda de las zambombas tradicionales? Desde mi modesto punto de vista, casi nada. Ahora hay espectáculos, pero no participación como antaño. Quizás estemos en un momento de transición, muy necesario para que la ciudad encuentre el sitio justo para estas celebraciones.
Se cumplen, pues, 40 años de un hecho irrepetible. Gracias a la Caja de Ahorros de Jerez (y las que le sucedieron), Juan Pedro Aladro Durán y Parrilla de Jerez, la zambomba fue declarada Bien de Interés Cultural. Ha quedado para la posteridad un rico acervo cultural, un corpus musical de unos 300 villancicos único en España. He querido dejar constancia de esta colección excepcional y de sus creadores, ya que a menudo –sobre todo los más jóvenes y turistas- se acercan a ella desde el más profundo desconocimiento.