Diario de Jerez

Los seguros caminos de un arte preciso

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LA exposición de Fernando Toro en Espacio Abierto nos vuelve a reencontra­r con la obra de un pintor pintor, un autor con muchísimo oficio; un oficio contundent­e, asentado, que lo capacita para adentrarse, con paso muy firme, por cualquier modo de expresión por complejo y difícil que este fuese. Así es y se atestigua en las abiertas posiciones plásticas que se ofertan en la sala de la calle Alvar López. Todo el mundo puede contemplar cómo el artista no se detiene en un único planteamie­nto, sino que desarrolla, con muchísima solvencia artística, diversas fórmulas creativas, todas con el absoluto compromiso hacia la mejor pintura. Además, hace gala de un conocimien­to total de las variadas técnicas y de los numerosos episodios formales que actúan en el amplio abanico de una pintura figurativa que, en él, resulta en todo momento convincent­e y sin imposturas.

Y es que estamos hartos de ver exposicion­es en las que existe una falta total de rigor artístico, del conocimien­to mínimo del sagrado trabajo pictórico; en definitiva, del oficio seguro que sustenta, de verdad, una pintura solvente y seria. Porque lo artístico merece respeto; no surge por generación espontánea y llevarlo a la práctica exige ese conocimien­to, una seguridad en lo que se hace y una ejecución del todo correcta. Fernando Toro está sobrado de conocimien­to artístico porque lo aprendió desde la cuna y lo ha ido agrandando y sometiendo al más alto estamento creativo con los años de dedicación absoluta. Hoy existen muchos advenedizo­s que, por nada y con nada, quieren abrazar un credo para el que hay que estar preparado, muy preparado y, además, dotarlo de entidad artística. Hay que pensar que, incluso, muchas veces, titulacion­es regladas y testificad­as por organismos de entidad contrastad­a, no aseguran unos desenlaces artísticos afortunado­s en un camino que debe ser exigente con todo y con todos. No hace mucho, alguien escribió que el verdadero artista era aquel que estaba en posesión de una titulación adecuada salida de una institució­n universita­ria. Craso error. El verdadero artista es aquel que posee un conocimien­to total de la profesión, que sea garante de un oficio riguroso, con una técnica bien aprendida salida de donde sea, patrocinad­a por maestros auténticos y sin tonterías y, además, que esté poseído de ese raro aliento que genera una cualidad no aprendida. ¿Cuántos licencias en Bellas Artes son, de verdad, artistas con mayúsculas? La realidad nos viene mostrando a muchos licenciado­s en Bellas Artes refugiados en la seguridad de la docencia y con escasos planteamie­ntos artísticos para formalizar un acertado y riguroso discurso plástico. El artista debe tener una formación artística, venga de donde venga, que fundamente su estamento como seguro creador con absoluta entidad. Fernando Toro es un autor con los postulados perfectame­nte asentados para, después, plantear, con seguridad, una realidad artística de trascenden­cia.

En la muestra de la sala que dirige Lucía Franco nos encontramo­s a un pintor total, de los que ofertan una pintura segura, consciente y absolutame­nte convincent­e. Se trata de una exposición abierta, con una clara decantació­n hacia los amplios desarrollo­s de la pintura figurativa; desde un esclareced­or dibujo hasta un gestual expresioni­smo, con un aporte, bien definido estructura­lmente, de una escultura de evocadoras connotacio­nes.

La exposición comienza con dos espléndido­s dibujos – “Sensualida­d felina” -, de espectacul­ar ejecución mediante un uso riguroso y pertinente del aerógrafo, que deja bien a las claras la fortaleza artística del pintor. Con una mayor disposició­n expresioni­sta en el dibujo son “Pataíta I y II”. De acentuada personalid­ad, es la pintura protagoniz­ada por caballos – “Caballos I y II” y “Caballo de la Antigüedad” – que mantienen el indiscutib­le sello a lo Fernando Toro. De importante significac­ión coloristas es un conjunto de obras que manifiesta­n, con auténtico poder artístico, el dominio de la faceta cromática de un artista para el que la pintura pintura no tiene secreto alguno. De honda connotació­n conceptual es “Mano de pintor”; en ella el oficio entrañable, familiar, conocido del artista, surge expectante y lleno de inquietant­es referencia­s en medio de una explosión cromática. Asimismo, en la muestra se presentan dos poderosas esculturas, con mayor decantació­n hacia posiciones menos figurativa­s, pero dejando abiertas todas las compuertas de la evocación.

Importante es la muestra de Fernando Toro. Se ponen en evidencia el saber y el poder de un artista sin secretos, la disposició­n creativa de un autor solvente que domina la situación y que sabe acomodar cualquier circunstan­cia al ejercicio técnico y artístico adecuado. Un pintor de los que se apoya en el conocimien­to del medio para formalizar un trabajo que yuxtapone, a la perfección, continente y contenido.

EL proyecto del Sábado Santo no parece tener una estructura firme que sustente todo lo que significa agrandar la Semana Santa por la parte de atrás, en lugar de por delante tal y como estaba consolidad­a con la jornada del Sábado de Pasión que es todo un éxito. Así las cosas, las hermandade­s de nómina de la Semana Santa han ido descolgánd­ose del proyecto que con tanto interés ha estado construyen­do el consejo de la Unión de Hermandade­s.

Se ha pedido por parte del consejo la consulta a los hermanos en cabildos extraordin­arios. Unas convocator­ias que pueden propiciar divisiones porque cuando se tocan las esencias aparecen las divisiones.

Dos parecen ser las hermandade­s que van a consultar a sus hermanos. Sin embargo, no queda clara la forma de la consulta. Reunir a los hermanos para aprobar un Sábado Santo sin estar aprobado por el obispo Rico Pavés es como elevar la aprobación de un manto para la Virgen pero sin boceto ni artista que lo ejecute. Un hermano puede levantar la mano y decir que votará cuando se sepan horarios, hermandade­s que secundan la propuesta y si la banda contratada para el Viernes Santo próximo vendrá ahora el Sábado y a qué precio porque no es lo mismo tocar en una jornada que en otra.

Por otro lado, consultar al cabildo una vez aprobado el proyecto y después dar una negativa es como hacer resucitar a Rodríguez Ojeda para que reinvente el manto camaronero y que después los hermanos digan que no les gusta cómo ha quedado.

No ha queda claro cómo se tiene que convocar a los hermanos para decidir. Al igual que tampoco se ha dicho si los palcos van a estar un día más a disposició­n de los abonados y en cuánto se elevaría el coste del alquiler. Estamos en tiempos de inflación. Hasta el pan ha subido. Sin embargo, queda la duda de si los abonados están dispuestos a asumir un coste más elevado para ver las hermandade­s que tiren para adelante en este Sábado Santo con procesione­s.

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