“¿Un comunista no puede comerse una mariscada?”
La fotografía de Antonio Rodrigo Torrijos en la feria de pescado de Bruselas (Bélgica) junto al entonces presidente de Mercasevilla fue el inicio del escándalo que acabó llevando al ex portavoz municipal de IU ante la juez Mercedes Alaya. Casi trece años después y una vez libre de los cuatro procesos judiciales en los que se vio involucrado, el ex primer teniente de alcalde recuerda cómo vivió aquella situación.
–¿Le hizo mucho daño aquella fotografía de la mariscada en la feria del marisco de Bruselas?
–Hay mucha gente que ha hecho comentarios en las redes y que me han dado la enhorabuena tras la absolución. Y en un comentario en un tuit me dice: no hay cosa peor que hundir el honor de una persona que con lo peor de la política, de lo mediático y de lo judicial. Trece años son muchos, disfrútalo y tomate una mariscada.
Independientemente de cualquier cosa, ¿yo es que no me puedo comer una mariscada? ¿Dónde está escrito que un comunista no pueda comerse una mariscada?
¿Por qué en esta sociedad civil tan cínica y tan hipócrita, que guarda las cosas debajo de las alfombras, que estamos asistiendo a la doblez de gente que plantea el celibato y hay utilización de la pederastia, yo no puedo comerme una mariscada?
–¿Quién pagó esa comida?
–No se pagó con dinero público y lo demostré con las cuentas de Mercasevilla, lo pagó un empresario. Y la foto fue manipulada. No éramos dos personas sino nueve, en Bruselas, en la Feria del Pescado y del Marisco, en la que yo iba como representante de Mercasevilla y político para fomentar el consumo, el negocio y el comercio del pescado de Mercasevilla. En ese contexto sacan una foto.
El presidente de los empresarios me llamó la noche antes de la publicación y me dijo que iba a salir, que él se había opuesto y no estaba de acuerdo.
Y entonces yo la publiqué en mi blog. Esa es la historia de la foto del marisco: la utilización perversa y torticera de algo tan
“La foto fue manipulada, era una comida para nueve personas y sólo salíamos dos”
normal que en términos económicos costaba menos que comer aquí en el Ventorrillo Canario en Santiponce, y crean ese estado de ánimo, el mismo estado de ánimo que crearon con lo de que me había comprado una residencia en el barrio de Santa Cruz, o que hacía un dispendio de los recursos públicos, o cuando dijeron que el uso de la bicicleta era un retroceso.
Fue una mariscada, una comida entre nueve personas, pagada por un empresario y en un contexto como el de la feria, y para que pareciera más grosera no pusieron a las nueve personas, solo a dos. Y eran dos bandejas para nueve personas.