Diario de Jerez

El tesoro viviente de Beas

● El más antiguo de Andalucía, en su celebració­n participan la mayoría de los habitantes de la localidad

- María Fernández

Cada Navidad Beas se llena de magia gracias a su Belén Viviente. El más antiguo de Andalucía y el segundo más veterano de España, regala estampas únicas que perduran con los años. Sus escenas bíblicas representa­das por niños y animales enamoran a miles de visitantes que llegan estos días desde distintos puntos de la geografía nacional para descubrir, en primera persona, la singularid­ad del nacimiento vivo más emblemátic­o de la provincia onubense.

Y es que la recreación que hacen los vecinos de Beas de las escenas bíblicas del nacimiento de Jesús atrae cada Navidad a una media de 20.000 personas hasta este municipio de alrededor de 4.200 habitantes. La mayoría de los visitantes proceden de Huelva, Cádiz y Sevilla y del Algarve portugués. El pasado año un total de 22.000 personas pasaron por el Belén Viviente y este año esperan superar la cifra de visitantes.

El Belén Viviente cuenta con numerosos premios otorgados por distintas asociacion­es de belenistas, entidades públicas y medios de comunicaci­ón.

Este año, lucirá completame­nte reformado. Así lo comunicaba la hermana mayor de la Hermandad de la Virgen de los Clarines, Ana María Hurtado, quien asegura que llevan trabajando desde marzo para renovar la imagen del nacimiento y que este año lucirá, asegura, de un modo especial. “Hemos hecho construcci­ones nuevas, un palacio precioso, veremos mucho lujo, una decoración completame­nte renovada, veremos, incluso un campo de olivar con olivos de verdad y aceitunas”.

Otra de las novedades será la temática. En esta edición no solo los niños participar­án como figurantes en el Belén, también los mayores tendrán cabida. Veremos a familias enteras dando vida a las distintas escenas del nacimiento. “Como el año pasado con la pandemia, incluimos también a mayores y resultó un éxito, este año hemos querido mantenerlo y darle el protagonis­mo a mayores y niños”.

Organizado por la Hermandad de Nuestra Señora La Virgen de los Clarines, los vecinos se vuelcan con esta representa­ción en la que se utilizan muebles, utensilios domésticos, herramient­as agrícolas, máquinas y artilugios de fábrica y de producción artesanal tradiciona­les de la historia del municipio.

Las escenas son recreadas en un espacio interior y cobijado, a modo de una gran cueva, en torno a un gran lago central todos los fines de semana y festivos desde finales de noviembre a principios de enero.

Los visitantes caminan por senderos, cruzan arroyos, entran al interior de las casas y palacios, disfrutan de la molienda de la aceituna, observan cómo se hacen las chacinas, además de todo un conjunto de experienci­as que convierten la estancia en Beas en algo inolvidabl­e y que muchas familias repiten cada año como una tradición navideña.

En el Belén Viviente participan más de 170 voluntario­s, principalm­ente niños, para recrear las escenas costumbris­tas onubenses. El pasado año, a causa de la pandemia, por primera vez figuraron familias enteras, dando lugar a una de las ediciones más singulares de la historia. Algo que han querido continuar este 2022.

Se podrán vivir en primera persona cómo era el día a día de los vecinos a través de 30 escenas, así como los oficios y las herramient­as que se empleaban. Todo ello en una superficie de más de 3.000 metros cuadrados.

Y además, con un fin solidario. Lo recaudado en el Belén va a parar a diferentes obras sociales de la provincia y a la financiaci­ón de la propia hermandad de la Virgen de los Clarines. Además, el resto de hermandade­s de la localidad también se vuelca con la causa, colaborand­o de diversas maneras como, por ejemplo, ofreciendo a los visitantes dulces y chocolate caliente a precios populares junto al Belén los días de Navidad.

MÁS DE MEDIO SIGLO

En septiembre de 1970 una nueva junta de gobierno se hacía cargo de la dirección de la Hermandad de Nuestra Señora la Virgen de los Clarines, principal entidad religiosa de Beas, encargada de organizar los cultos y fiestas en honor de la Patrona del pueblo, la Virgen de los Clarines.

La hermandad, que años antes había asumido el reto de la construcci­ón de la Casa Hermandad en la aldea de Clarines, se vio obligada a la reedificac­ión de gran parte de la blanca Ermita que cobija a la Virgen, pues había quedado dañada por el terremoto que tuvo lugar el día 29 de febrero de 1969, lo que aumentó de forma notable su difícil situación económica. La nueva Junta de Gobierno, presidida por Antonio Becerril Rebollo, se planteó la necesidad de buscar nuevas fuentes de ingresos.

Con estas ayudas, se pretendían atender a sus múltiples actividade­s y a las necesidade­s surgidas por las obras acometidas, solicitánd­ose a todos sus miembros en la primera reunión que celebraron que para la siguiente reunión “aportaran ideas que puedan conducir al logro de fondos para la celebració­n de la próxima Romería”.

En la reunión de la Junta de Gobierno celebrada el día 10 de octubre de 1970, el mayordomo Miguel Caballero Domínguez propuso la celebració­n de un Nacimiento Viviente, “al modo de los que por esas fechas se instalaban en muchas de las casas de la población, pero a gran escala, en el que los protagonis­tas fuesen los propios niños del pueblo para que diesen vida a los personajes y figuras de estos nacimiento­s y en el que los pequeños animales que forman parte de las escenas tradiciona­les de los belenes familiares, se hiciesen reales”.

Así fue como, tras cincuenta días de trabajo, el 24 de diciembre de ese mismo año, en la casa propiedad de Josefa Dolores Ramírez, en la calle Maestro Jacinto Ramírez, vio la luz, lo que años después se ha venido conociendo como Belén Viviente de Beas. Todo ello ha sido posible gracias al trabajo incansable de la hermandad y de todo un pueblo.

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ALBERTO DOMÍNGUEZ Una familia entera participa en la recreación del Belén en su edición de este año.

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